miércoles, 28 de julio de 2010

LA MAYORDOMIA BIBLICA

Salmos 24:1,2.

“De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos”.

Con frecuencia escuchamos decir que podemos hacer uso de los recursos naturales, como el sol, por ejemplo, porque “el sol no pasa factura”. Cuando las gentes dicen esto, por lo general no se percatan de la verdad tan grande que están diciendo. ¿Se imagina usted qué sucedería si Dios nos pasara factura por cada uno de los bienes que usamos de la naturaleza que él creó? Ni toda la fortuna del mundo bastaría para pagar un solo rayo de sol. Ni toda la fortuna del mundo bastaría para pagar una sola gota de agua. Toda la fortuna del mundo sería insuficiente para proporcionarnos un solo átomo de oxígeno natural. Porque no tenemos con qué producir o pagarnos ese lujo, Dios nos lo da todo de gracia. La providencia divina es la que nos sostiene en este mundo, y eso es algo elemental como principio de mayordomía.

No sólo somos criaturas de Dios, sino que vivimos, y nos movemos y somos por su benevolencia y voluntad; sin ese beneplácito del Padre Celestial, al instante dejaríamos de ser. El apóstol Pablo ya lo decía a los epicúreos y a los estoicos en el areópago, allá en Atenas, hace cerca de dos mil años: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos” (Hechos 17: 28).

Esta introducción es pertinente porque hoy vamos a hablar de la mayordomía cristiana. El diccionario define la palabra “mayordomo” como el criado principal de una casa o hacienda. ¿Se acuerda de José?, él era mayordomo en la casa de Potifar, allá en Egipto: “Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía” (Génesis 39:4).

La historia bíblica del Génesis nos da claros indicios de que José sabía muy bien cuál era su posición como mayordomo, y cuál era la principalía de su amo quien lo había puesto a administrar su casa. Pero, ¿sabemos nosotros esto con respecto a nuestra relación con Dios? ¿Estamos conscientes de cuál es nuestro papel como mayordomos de Dios en este mundo?

He visto en algunos negocios de cristianos un letrero que reza “Dios es mi socio”. Es claro que cualquiera que crea esto, está totalmente equivocado de su verdadera posición frente a Dios. No es posible que podamos ser socios con Dios o que Dios sea socio con nosotros, por el solo hecho de que no podemos igualarnos con Dios. Por ese motivo, quisiera que veamos los siguientes principios que la mayordomía bíblica nos enseña:

1.- La Mayordomía Bíblica Nos Enseña Que Dios es Nuestro Dueño.

Como Creador, Dios tiene el derecho de autoría, pero mucho más que el derecho de autoría es, la insubordinable soberanía que ostenta por ser Dios. O sea, Dios es el que manda, es el que pone las reglas, el que dicta las leyes. El ha establecido las leyes espirituales, bajo las cuales se rige el comportamiento de los seres humanos. El ha establecido las leyes físicas, bajo las que se rige el universo. La violación a las leyes físicas tiene una consecuencia, cuyos resultados se ven, por lo general, inmediatamente; pero la violación a las leyes espirituales, no necesariamente el hombre se percata de sus consecuencias en el instante en el que las viola, pero sí se ven las consecuencias tarde o temprano, y se verán en el día del juicio final de una forma dramática. De ahí que toda argumentación en contra de la soberanía de Dios sobre nosotros, no deja de tener sus consecuencias eternas, una trascendencia que debe espantar a cualquiera mortal.

En materia de mayordomía, una manera como Dios pesa nuestra fidelidad hacia él es por medio del diezmo. Dios ha establecido el diezmo desde el principio, tanto antes, durante y después de la ley. En el Antiguo Testamento el cumplimiento de esta exigencia de Dios se manifestaba en la vida del pueblo de Israel; y en el Nuevo Testamento en la persona Cristo (quien era un verdadero y fiel diezmero) y en su iglesia. Según Juan nos dice en el Nuevo Testamento en I Juan 5:20, “estamos en el verdadero”, no como la sombra que era Melquisedec, a quien “Abram dio los diezmos de todo” (Génesis 14:20), sino que Cristo es el verdadero: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (I Juan 5:20). Entonces, si Abraham, el padre de la fe, dio los diezmos a Melquisedec, quien era tipo de Cristo (su sombra), mucho más debemos dar los diezmos a Cristo, el verdadero sumo sacerdote para siempre: “donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Hebreos 6:20).

Jesucristo es el heredero de todos los bienes de Dios, y nosotros coherederos con Cristo por la fe que hemos depositado en él. Esto hace tan trascendente la mayordomía que lo único que podemos decir es ¡Qué lamentable si no decidimos ser fieles en nuestros diezmos y ofrendas!

Otra idea que se desprende de la verdad de que Dios es el dueño, es que él nos va a llamar a cuentas: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10). Es por esto que Dios quiere que arreglemos cuenta con él antes que llegue el día en el que tengamos que rendir cuentas definitivas, cuando ya no habrá vuelta atrás, ni oportunidad para el perdón; por eso nos dice hoy: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).

Desgraciadamente, muchos quieren, vivir su vida sin restricción alguna, dándole riendas sueltas a sus pasiones y deseos. Su rebeldía es notoria en el rechazo que esgrimen a los derechos de Dios sobre ellos. Piensan que se van a pasar la vida haciendo y deshaciendo, y que no les va a pasar nada; pero la verdad es que un día nos tendremos que presentar delante del Juez justo para dar cuenta de nuestra vida. No hemos sido dejados aquí a nuestro antojo, sueltos como chivos sin ley. ¡No!, Dios está más pendiente de nosotros de lo que nos imaginamos. ¡Ojalá que hoy entendamos eso para nuestro bien!

2.- La Mayordomía Bíblica Nos Enseña Que Somos Propiedad de Dios.

El principio fundamental de los versículos que nos sirven de inspiración para nuestro sermón en el Salmo 24:1,2 es que todas las cosas son propiedad de Dios, incluyéndonos a nosotros. El Salmo 100:3 nos lo refiere de una forma elocuente: “Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado”. Todo es de Dios, y él tiene jurisdicción absoluta sobre nosotros: “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4).

Nuestras vidas están en las manos de Dios, y él hace con ellas lo que él quiera. Sin embargo esto no significa que Dios actúe de manera arbitraria, sino que todo depende de nuestra decisión de reconocer o no su señorío sobre nosotros. Dios no nos ha creado para hacernos mal, sino para hacernos bien, tal y como son sus palabras tan hermosas dichas a su pueblo Israel en un momento de su historia: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” ( Jeremías 29:11). Esto debería hacernos sentir confiados de Dios todos los días de nuestra vida, y de sabernos seguros en sus manos como su propiedad. Esa clase de paternalismo es saludable para poder tener una mente y un cuerpo sanos. Siendo consecuente con este principio es que Jesús nos dice: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas. ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6:25-34).

Aunque Dios es nuestro dueño, él anhela tener una relación con nosotros como la que tiene un padre con un hijo, por eso nos hizo a su imagen y semejanza, para que tengamos la capacidad de comunicarnos con él de manera inteligente: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:26,27). Pobre del que desconozca esta gran verdad de que el deseo de Dios es que seamos sus hijos: “Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:18).

3.- La Mayordomía Bíblica Nos Enseña La Bendición de Obedecer.

En Malaquías tenemos la queja de Dios por la infidelidad general de su pueblo Israel, y de manera muy particular por faltar en lo concerniente al diezmo. A ellos Dios les llama ladrones, y ese calificativo es el mismo para nosotros hoy, toda vez que nos quedemos con lo que no nos corresponde, porque el diezmo es de Dios: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.” (Malaquías 3:8,9). Y esta severidad de Dios se hace notoria también en el Nuevo Testamento en la vida de la naciente iglesia primitiva, cuando Ananías y Safira fueron duramente sancionados por Dios, con la muerte de ambos, por su falta de fidelidad y por su hipocresía (Hechos 5:1-11).

Pero vemos allí en Malaquías, donde las palabras de Dios son severas contra los infieles, que el perdón de Dios está a las puertas para el que decida ser fiel y obedecer. Malaquías habla de Bendiciones sobreabundantes. Dios no sólo nos proporciona la vida, sino que está dispuesto a bendecirnos sobreabundantemente si obedecemos a su palabra: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).

Es bueno que entendamos, de una vez por todas, que el beneficio de dar para la causa de Cristo es para nosotros, no para Dios. Cuando diezmamos, Dios no gana nada, pues él no necesita nada de nosotros, sino que somos nosotros los que ganamos, pues recibimos la aprobación de él por reconocerlo como nuestro dueño.

Note que Dios es tan buen dueño, tan buen amo, que él nos da a nosotros el noventa por ciento de lo que producimos en su mundo, y él sólo nos exige el diez por ciento. ¿No se da cuenta que debería ser al revés? ¿Y qué pasaría si Dios decidiera quedarse con todo? Pero todavía más, cuando traemos los diezmos al alfolí, que es el tesoro o granero del templo, esos recursos son usados para nuestro propio beneficio. ¡Nuestro Dios es increíble!

A pesar de ser Dios el amo por excelencia, muchos prefieren hacer tratos con el diablo, y así viven sufriendo las consecuencias de una relación tan desastrosa, ya que la Biblia nos dice cuál es el resultado de hacer pactos con Satanás; pues la miserable paga que da el diablo es la muerte, pero Dios nos da como regalo la vida eterna: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). Note que, siendo merecedores de nada, Dios nos da lo mejor, la vida eterna; y contrario a esto, usted puede trabajar toda su vida para Satanás, y al final, lo que recibirá como pago, será la muerte, la separación eterna de Dios. ¿No le parece un pésimo negocio?

Cuando somos obedientes y reconocemos las demandas de Dios para nosotros, entonces somos parte del reino de Dios, y todo lo que somos y tenemos lo ponemos al servicio del Señor, y de esta manera se cumplen las demandas del Señor para con nosotros, y sobre todo, cumplimos nosotros la gran comisión (Mateo 28:18-20). Una buena administración de nuestros bienes y de nuestros dones y talentos, de nuestra vida integral, es lo que Dios desea para nuestra felicidad y provecho. Espero que así lo hagamos para nuestro bien.

Leandro González.

Sermón predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 25 de julio de 2010.

domingo, 25 de julio de 2010

BABY SHOWER DE SOLANGEL PARA JUANGEL

El sábado 17 de julio de 2010, los hermanos de la Primera Iglesia Bautista de Mao celebraron el Baby Shower de Solangel de Sánchez que espera a su bebé, según los cáculos de su ginecólogo para mediados del mes de agosto del presente año. La fiesta tuvo lugar en la casa pastoral, en el segundo nivel del templo, y contá con la asistencia de familiares, amigos y hermanos de la iglesia. Los jóvenes y las damas prepararon el programa que estuvo bien divertido e interesante. Aquí les mostramos fotos del evento. En la primera foto pueden ver a la futura madre en un trono que fue improvisado para ella en esa noche de gala. Como pueden ver está muy feliz porque pronto podrá ver la carita de Juangel (así se llama su bebé). Después pueden ver a su esposo, el hermano Juan Ramón Sánchez, el cual estaba de un excelente buen humor durante toda la noche.  



Ahora les mostramos una serie de fotografías que testimonian la gran felicidad que mostraban los presentes.



Eloísa de González (esposa del pastor), Solangel de Sánchez y el pastor Leandro González.

Nereyda Espinal, Solangel de Sánchez y Eladia Santana (Lala).

Aquí pueden ver a la elegante madre con la responsable de la decoración de esta celebración, la hermana Leaniris González, hija del pastor.

!QUE FELICIDAD!

domingo, 18 de julio de 2010

EVANGELIZACION Y MISIOLOGIA

Romanos 10: 8-18

¨Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras¨.

Predicar el evangelio es una tarea de tiempo completo y una demanda del Señor Jesús para cada uno de los creyentes. No hay que ser un misionero o un evangelista para ir a predicar, tanto dentro como fuera de nuestra cultura. Aunque el Señor ha designado desde el principio a personas con un llamado especial, lo cierto es que evangelizar es un deber de todo cristiano hasta el final de su vida.

Lo que debemos proclamar son las buenas nuevas del reino: Que Jesucristo vino a este mundo para salvar al pecador, y que lo hizo por medio de su muerte en la cruz, que siendo él sin pecado, pagó por los pecados de todos los hombres, y que después de tres días de estar muerto, se levantó de la tumba, resucitó.

Este es el contenido del evangelio tal y como nos lo enseña la Biblia en I Corintios 15:3,4: ¨Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras¨. Después de escuchar esta verdad y creerla, todo el que manifieste fe genuina en él, será salvo de la perdición eterna que aguarda al pecador que no se arrepienta.

La proclamación del evangelio tiene urgencia por causa de la trascendencia de este mensaje. El pecador no alcanza a advertir el grave peligro en que se encuentra, por la ignorancia que invade su alma esclava del pecado. Y los creyentes tenemos el ineludible compromiso de ser centinelas sobre la torre, que advierte acerca del peligro que se avecina. La Palabra de Dios nos lo dice de estas manera: ¨Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma¨ (Ezequiel 3: 18,19). Estas palabras del Señor deberían caer bien pesadas sobre nuestras conciencias cada vez que descuidamos el sagrado deber de predicar.

Por lo general esperamos una respuesta positiva departe del que escucha el evangelio, esperamos que se convierta; pero no siempre ocurre esto. La verdad es que, pese a nuestro anhelo de que las personas respondan con arrepentimiento al llamado del Señor, algunos serán indiferentes, y otros tendrán manifestaciones de incredulidad y hasta de enojo. Nuestra tarea es predicar, no hacer que las personas se conviertan, esta es la obra del Espíritu Santo: ¨Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado¨ (Juan 16: 8-11).

Una iglesia puede desarrollar muchas actividades en beneficio de las personas, pero si descuida la principal tarea de predicar, de evangelizar, de hacer discípulos, pierde de vista su razón de ser, y no será más que una simple organización humanista y filantrópica. La iglesia debe tener presencia en el mundo de todas las formas correctas posibles, pero sin descuidar para nada su misión de predicar.

En este tenor, quisiera que veamos las siguientes consideraciones que se desprenden del texto de Romanos 10: 8-18 respecto de la evangelización y la misiología:

1.- La Evangelización Procura Una Confesión Que Lleve a la Salvación. (Romanos 10: 8-11).

Si bien es cierto que no podemos ni debemos obligar a nadie a responder positivamente al mensaje de fe que predicamos, no menos cierto es que sí debemos esperar con fe que obtendremos buenos resultados. Es por esto que debemos orar, esperando que el Señor respalde nuestro trabajo. Debemos orar por las personas a las que vamos a ministrar, pues predicar no es una labor ordinaria, sino que es una obra sobrenatural. Cuando predicamos, Dios está operando en favor del mundo al través de nosotros: ¨Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios¨ (2 Corintios 5:18-20).

Pero hay fuerzas oscuras que pondrán estorbo a la evangelización. Satanás se opone con todas sus fuerzas al avance del evangelio, y tratará siempre de usar toda su influencia en este mundo para intentar frustrar la obra misionera. Podemos ver en la Biblia como estorbaba a los primeros misioneros en su avance por el mundo: ¨por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó¨ (I Tesalonicenses 2:18).

El apóstol Pablo sabía que al decidirnos a predicar estamos enfrentando grandes poderes ocultos que mantienen en oscuridad a este mundo; pero también tenía bien claro que su compromiso era con Dios y que no debía temer al enemigo a la hora de proclamar el poderoso mensaje del evangelio: ¨Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús¨ (2 Corintios 4:1-5).

Note como el apóstol critica a los que usan subterfugios para intentar tener éxito en la proclamación del evangelio, y nos dice que la Palabra debe ser predicada sin ser adulterada. Porque el que predica el evangelio no debe buscar el ser gracioso ni caer en gracia, sino proclamar la verdad. Cuando predicamos no buscamos adeptos, sino que procuramos que las personas lleguen a creer el evangelio de Jesucristo para que sean salvas. El evangelio no busca ser simpático para arrastrar a la gente a la iglesia. De la iglesia las gentes pueden salir de la misma forma como entraron, pero de Cristo, una vez en él, nadie se puede ir.

Ninguna persona debería ser tan atrevida como intentar agregarle alguna cosa al evangelio para hacerlo atractivo al mundo. Hacer una cosa como esa es ignorar el poder del evangelio. El evangelio se defiende y se vende solo, no necesita que nosotros usemos ninguna magia comercial. El evangelio viene con su propia estrategia de marketing: ¨Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree¨ (Romanos 1:16). No depende de nuestra habilidad, sino que depende del poder de Dios. Es con el poder de Dios que las personas podrán ser salvadas.

Pero es necesario que prediquemos ¨a tiempo y a fuera de tiempo¨ como dice Pablo en 2 Timoteo 4:2, hasta lograr que haya una confesión auténtica de fe, pues la Palabra de Dios no se equivoca cuando dice: ¨Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado¨ (Romanos 10: 8-11).

2.- La Evangelización Debe Hacerse Sin Discriminación Alguna. (Romanos 10: 12,13).

Todo el mundo necesita oir las buenas nuevas de Jesucristo, las buenas nuevas de salvación: ¨Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo¨ (Romanos 10: 12,13).

El Señor Jesucristo dice que ¨la salvación viene de los judíos¨ (Juan 4:22). Pero esta declaración no significa que los judíos sean el único pueblo que debe ser salvo o que sea salvo automáticamente, sino que esta declaración lo señala a él (a Jesús), que era judío, como el sujeto principal de la salvación. No existe ninguna persona en el mundo que merezca la salvación, ni siquiera los judíos; y no existe en el mundo ningún pecador que pueda ser exculpado del infierno, y esta condición no excluye a los judíos. Tanto los gentiles como los judíos deben creer el evangelio para ser salvos, ambos precisan un salvador. Romanos 3:23 se aplica a toda persona humana sin distinción: ¨por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios¨ (Romanos 3:23). Es claro que esto no incluye a Jesús, pues él no tenía pecado.

No hay una raza en especial que pueda exhibir algún privilegio ante la condición de pecado universal. Pero sí le será demandado mucho más a los judíos que a los gentiles por el hecho de ser ellos la raza a la que el Señor le ha manifestado de manera especialísima su gracia y su amor. El Señor había elegido a los judíos de entre todos los pueblos de la tierra y les había revelado su Palabra para que a su vez ellos se convirtieran en portavoces de su verdad. Pero esto, de ninguna manera implica que ellos estén exonerados del arrepentimiento y de la fe como todos los demás seres humanos de la tierra. Es cierto que el evangelio les fue anunciado a ellos primero, pero el evangelio es para todo el mundo: ¨ Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego¨ (Romanos 1:16).

Usted puede hacer un estudio acerca de Romanos para darse cuenta de qué manera ni siquiera los judíos están exentos del arrepentimiento y de la fe para poder ser salvos. Y allí también se podrá dar cuenta como la justicia de Dios se hace manifiesta a todos los hombres por igual, sin discriminación de ninguna especie, y que es sólo por la fe que somos justificados: ¨ Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo¨ (Romanos 5:1).

3.- La Evangelización Requiere de Medios y Recursos. (Romanos 10: 14-18).

Tiene que haber gente dispuesta y tiene que haber recursos disponibles, porque esta empresa requiere de la generosidad del pueblo de Dios. Y esta es la manera como los creyentes manifiestan su compasión por el mundo.

Podemos ser misioneros en nuestro propio país, en nuestro propio pueblo, pero no podemos descuidar nuestro interés por todo el mundo. Esto quiere decir, que debemos interesarnos por llevar el evangelio a otras culturas, y para ello Dios tiene personas a las que ha llamado de manera especial. Así que tenemos el deber de apoyar las misiones, para que adonde nosotros no podemos ir, otros puedan hacerlo.

Si el arrepentimiento nace del oír con fe, ¿cómo podrán las personas arrepentirse si nunca oyen hablar del evangelio de Jesucristo?: ¨¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?¨ (Romanos 10:14). Esta verdad hace que con urgencia hablemos de Cristo al mundo entero por todos los medios posibles. Para poder hacer esto hace falta que entendamos que debemos ser fieles con nuestros diezmos y ofrendas. Esto quiere decir que la evangelización depende mucho de nuestra mayordomía. Así que, la forma en que damos para la obra del Señor, demuestra cuánto es el amor que tenemos por las almas perdidas.

Todo cristiano verdadero debe dedicar todo lo que es y todo lo que tiene al servicio de la causa de Cristo, pues son muchos los que no pueden hoy ser enviados por falta de recursos económicos: ¨ ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!¨ (Romanos 10: 15).

No importa a qué actividad uno se dedique, es necesario que cada creyente tome parte en la obra de evangelización de este mundo. Debemos todos ser parte de la exclamación de este cántico: ¨ ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!¨ (Romanos 10:15).

Leandro González


Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 18 de julio de 2010.

domingo, 11 de julio de 2010

EL ABORTO DESDE LA OPTICA BIBLICA

Salmo 139:16

¨Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas¨.

En esta ocasión veremos cuál es el punto de vista cristiano acerca del aborto, del aborto provocado.

Usted puede pensar lo que quiera, pero yo estoy seguro, por lo que la Biblia me dice en el Salmo 139:16, que la vida comienza desde el momento mismo de la concepción. El embrión no es solamente una vida en potencia como se dice a menudo, sino que es una persona con todas las características que lo hacen un ser único en el universo.

El feto no es un ¨producto¨ como se lo quiere denominar en los círculos pro abortistas, aduciendo que mientras no nazca no es una persona. Porque está demostrado, que esa criatura en el vientre de la madre, siente la aceptación o el rechazo de los de afuera, y que esta condición ha de afectarle positiva o negativamente durante su vida.

Los que defienden el aborto como un derecho de los progenitores no son menos crueles que Adolfo Hitler, bastaría ver el famoso video ¨Un grito silencioso¨ para darse cuenta de cuán lejos de la gracia de Dios están los que se hacen cómplices de un acto tan salvaje como el aborto.

Las estadísticas con relación al aborto en el mundo no se pueden confirmar a ciencia cierta, pero se estima que cada año alrededor de cincuenta millones de niños no llegan a nacer por esta causa, y de éstos, aproximadamente la mitad son considerados legales. Lo que estamos diciendo es algo monstruoso, cincuenta millones de personas murieron durante la II Guerra Mundial, y aquí estamos viendo cincuenta millones de niños que mueren cada año por causa del aborto. Oiga este dato: En España y en toda Europa el aborto ha pasado a ser la principal causa de defunción. Así que, estamos ante un genocidio legalizado en la mayoría de los países del mundo.

Y para estos seres humanos no hay tumbas. Pero se imagina los grandes camposantos que se necesitarían para enterrar a tantos millones de criaturas malogradas cada año en el mundo. ¿Será que el planeta entero sería insuficiente para ser el camposanto de tantos niños a los que se les ha negado el derecho de nacer?

Aunque en nuestro país el aborto está penalizado, se sabe que se realizan bajo la mirada indiferente de las autoridades que están llamadas a hacer cumplir la ley, miles de abortos mensualmente. Según una investigación del Centro de Estudios Sociales y Demográficos ¨se estima que en República Dominicana se registran cada año 82 mil abortos¨, y agrega este estudio que ¨la décima parte ocurren en adolescentes entre 10 y 15 años¨.

Pero esto del incumplimiento de la ley en nuestro país dominicano es el pan nuestro de cada día, así que la violación a la ley que penaliza el aborto no es una excepción. Mientras se dice desde el congreso nacional que hay que castigar a los abortistas, se permiten anuncios de productos que propician el aborto, como las famosas píldoras que se toman el día después de una relación, cuando todo el mundo sabe que son un abortivo. Todo el mundo lo sabe, pero nadie dice nada. Vivimos en una sociedad que va tras el placer, y en esa búsqueda hedonista no quiere estorbos en su camino.

Frente a este mal, quiero que reflexionemos sobre tres aspectos importantes:

1.- El Aborto Es Asesinato.

El famoso juramento hipocrático de los médicos, entre otras cosas dice: ¨A nadie daré una droga mortal aun cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De la misma manera, no daré a ninguna mujer pesarios abortivos. Pasaré mi vida y ejerceré mi arte en la inocencia y en la pureza¨. Aunque existen muchos médicos con la conciencia limpia, muchos lo único que pueden exhibir es un juramento hipócrita. Basta ver el video ¨Un Grito silencioso¨ para cerciorarnos de esta realidad. Viendo esta película uno se puede dar cuenta de qué clase de asesinato estamos hablando.

El pro abortista considera al no nato como un producto, no como una persona, pero esto se acepta por conveniencia, no porque se tenga la convicción de que eso es así. La mujer que se hace el aborto y quien se presta para realizarlo, ambos saben en su fuero interno que están terminando con una vida y que están cometiendo un pecado mortal.

¿Sabemos acaso cuán importante será esa persona a la que se está matando? ¿Qué habría pasado con el mundial de fútbol 2010 si la madre de Andrés Iniesta lo hubiera abortado? España no estaría celebrando su primer mundial en la historia. ¿Qué hubiera sido del mundo si la virgen María hubiera decidido abortar a su primer hijo? El mundo no hubiera tenido esperanza, pues de su vientre nació Jesús, el Salvador del mundo. Así que la culpa de una persona que está de acuerdo con el aborto no es sólo la del asesinato, sino la de tronchar la vida futura de ese niño, y privar al mundo del posible genio que pudo haber sido.

Lo asombroso de este acto de barbarie es como la conciencia colectiva ha ido justificando el aborto, de tal manera que aún personas que se consideran cristianas se muestran tolerantes ante este acto de salvajismo.

Aun en el caso en que se tenga que decidir entre salvar la vida de la madre o la del niño, si uno es temeroso de Dios, se deberá encontrar angustiado ante tan grande disyuntiva. Aquí surge la pregunta: ¿Quién es más importante, el niño o la madre? Y es difícil tener una respuesta. Cualquiera de las dos decisiones tendrá un gran peso de conciencia para quienes se vean involucrados a tomarla. Es aquí cuando hace falta el discernimiento espiritual. Se sopesan circunstancias de gran valor, como la importancia de la vida de la madre en el caso que haya otros hijos involucrados, la edad de la madre, o cualquiera otra consideración pertinente. En este caso, aun cuando exista la penalización del aborto, se tendrían que considerar las atenuantes, a fin de tomar una decisión de esta naturaleza.

A pesar de todas estas atenuantes, algunos prefieren esperar a que ocurra un milagro y que sea Dios quien tome la decisión final. Cuando vemos esta cifra tan espeluznante de cincuenta millones de abortos al año, uno se puede dar cuenta porqué no tenemos más noticias de milagros con relación a los embarazos riesgosos. Pero aún siendo así, sabemos de mujeres que se han atrevido a confiar en Dios y han tenido a sus bebés aún bajo el peligro de perder sus vidas, y Dios ha premiado su fe y su convicción.

2.- El Aborto Hace Que el Infierno se convierta en Poca Cosa.

Quisiera que me ayudara a razonar este criterio. Creo que el infierno es poca cosa para los que se confabulan con el aborto. Me imagino a los millones y millones de deditos acusadores de los inocentes, lo cual será una escena dantesca en el día del juicio. Este podría ser un gran motivo para un cuadro tenebrista de gran impacto. Como artista me gustaría hacer una obra mural que muestre esta desgarrante realidad. Sobre un fondo oscuro, los deditos acusadores, y algunos rostros de bebés, emergerían con extraordinario dramatismo, conformando así una escena de impresionante expresión pictórica.

A menos que una persona se arrepienta del pecado del aborto, que es asesinato (el peor de todos), no tendrá perdón, y toda la ira de Dios caerá pesadamente como justo castigo sobre ella. Así que los activistas de los derechos de la mujer que apañan y apoyan este procedimiento criminal no podrán alegar inocencia o ignorancia ante el tribunal de Dios.

La indignación del que dijo en Marcos 10:14 ¨ Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios¨ debe ser indescriptible frente al aborto.

El aborto es un atentado a las cosas más puras y sagradas del mundo. Pero siendo un crimen tan horrendo, es el que goza de mayor impunidad en este mundo. Pero ningún crimen prescribe ni queda impune en el tribunal de Cristo.

Creo que aún cuando una persona se arrepienta del pecado del aborto, y Dios le perdone, porque Dios perdona al pecador que se arrepiente, las consecuencias de este pecado le perseguirán hasta la tumba. Imagínese entonces lo que será morirse sin haber hecho la paz con Dios en este sentido. Si el asesinato de un solo inocente justifica el infierno, imagínese los millones de veces que un millón de abortos anuales en el mundo, justificarán el infierno.

3.- El Aborto Demuestra Hasta Donde Lleva el Pecado.

Aun cuando el embarazo sea el producto de una violación, de un incesto o de cualquiera otra situación parecida, el decidirse por un aborto será siempre, a la luz de la Biblia, un crimen, un asesinato. ¿Quién está dispuesto a cargar en su conciencia con esta culpa? Al menos esto debería ser un gran cargo de conciencia para los que la tienen, o por lo menos para los que no la tienen cauterizada, como dice el apóstol Pablo en Ï Timoteo 4: 2: ¨ Por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia¨. Hay gente que tiene una conciencia tan dañada, que ha perdido todo tipo de bondad.

Esta conciencia cauterizada se manifiesta en personas cuya práctica en el pecado hace que se conviertan en individuos duros de corazón, a los que el hacer el mal no les afecta en lo más mínimo. Son individuos que tienen una conciencia insensible, tal como el propio apóstol Pablo también escribiera a los efesios en otra ocasión: ¨teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza¨ (Efesios 4: 18,19). Hay que tener la conciencia en un gran estado de oscuridad para aprobar el macabro acto del aborto.

Aparte del crimen que es el aborto, existen una serie de secuelas que quedan en la vida de la madre que se lo practica, y porqué no decirlo, de la pareja que toma esta decisión. Los graves daños físicos y Psicológicos que un aborto puede causar son indiscutibles. Estas son las consecuencias de pecar. Si creemos que vamos a hacer algo malo y que no tendremos consecuencias, estamos muy equivocados, pues la Biblia nos dice: ¨ No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna¨ (Gálatas 6: 7,8).

Leandro González


Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 11 de julio de 2010.


lunes, 5 de julio de 2010

LA GUERRA DESDE LA OPTICA CRISTIANA

Mateo 24: 6-8

¨Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores¨. 

Hacer la paz y no la guerra es el deber de todo buen cristiano. Esto no significa que el cristiano como ciudadano de una nación permita el que su país sea avasallado sin luchar, sin defenderse. Permitir la aniquilación de una raza o un pueblo sin el recurso de la defensa es algo inconcebible, es incompatible con el instinto o sentido de supervivencia que Dios ha puesto en los seres vivos, y de manera muy especial en el ser humano.

Al hablar de la guerra, no usamos el término en sentido de conflictos personales o familiares necesariamente, sino más bien en el sentido de las conflagraciones bélicas que registra la historia, tal y como nos dice el Señor Jesús en Mateo 24: 6-8, que es el pasaje que nos sirve de inspiración para nuestro sermón en esta ocasión.

Decir que la guerra no es un tema bíblico es declararse ignorante del texto sagrado, pues la guerra es un recurso que vemos en todo el Antiguo Testamento. Dios utilizó el recurso de la guerra con el propósito de establecer a su pueblo Israel en la tierra de Palestina, la Tierra Prometida. Muchos de los personajes bíblicos fueron grandes guerreros. El Patriarca Abraham tuvo que hacer la guerra contra los reyes vecinos para poder imponerse en los lugares adonde iba. Estos eran personajes reales, que bajo las circunstancias en que vivieron tuvieron que matar para sobrevivir.

El mandamiento de ¨no matarás¨ de Exodo 20:13, habla de matar con premeditación y alevosía, no se refiere a las muertes que se producen en situaciones cuando es necesario actuar en defensa propia. De hecho existe cierta clasificación de asesinato aún dentro del ambiente de guerra, por ese motivo existe el consejo de guerra para los soldados que cometan crímenes durante un enfrentamiento bélico.

A Dios se la llama en la Biblia ¨Jehová de los ejércitos¨ refiriéndose esto a los ejércitos celestiales, que son cuerpos de ángeles al servicio del Señor. Recordemos lo dicho por Jesús a Pilato cuando este lo estaba juzgando: ¨Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí¨ (Juan 18: 36).

Como en un mundo tan lleno de pecado, de odio y de maldad, es inevitable que se tenga que realizar la guerra; por ese motivo planteamos tres situaciones en que se justifica la lucha armada:

1.- La Guerra Se Justifica Para Contrarrestar el Mal.

Aun en el cielo, mucho antes de que el hombre fuera creado, hubo guerra contra Satanás y sus ángeles. La Biblia nos habla de una guerra entre los ángeles de Dios y el dragón que es Satanás: ¨Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo¨ Apocalipsis 12: 7,8). 

Entonces, hay una batalla que se libra en los lugares celestiales entre los ángeles de Dios y los ángeles de Satanás. En este sentido podemos hablar de guerra espiritual. De hecho la lucha del cristiano en el ámbito espiritual es una lucha contra ¨huestes espirituales en las regiones celestes¨, no es una guerra convencional, ¨no es contra sangre y carne¨ nos dice el apóstol Pablo en Efesios 6: 12-17: ¨Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios¨. Es en esa lucha personal en donde se libra la batalla que define si tendremos guerra entre naciones.

Las guerras empiezan en una batalla que es librada en la conciencia de los individuos. De la situación del corazón depende si habrá guerra o si habrá paz: ¨¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?¨ (Santiago 4:1). Es en el ámbito del corazón de los líderes políticos donde se deciden los grandes conflictos bélicos, así como las desavenencias personales. Pero muchas guerras son necesarias, como la Segunda Guerra Mundial contra Hitler.  

Es importante apuntar que los que están en contra de la formación de ejércitos y de policías, pecan de ingenuos, pues nos están diciendo que no es necesario contrarrestar el mal. Estos condenan por lo general a los que se enlistan en los ejércitos y a los que se deciden por ser policías. Pero resulta que en situaciones donde se necesita el auxilio de autoridades policiales, los primeros en clamar por ayuda son los que precisamente se precian de ¨pacifistas¨. Los verdaderos pacifistas no son los que están radicalmente opuestos a la ocurrencia de guerras, sino los que hacen todo esfuerzo por evitarlas, pero no dudan un momento cuando la guerra es inminente, para ir contra el mal.

2.- La Guerra Se Justifica Para Preservar el Orden y la Paz.

En este sentido hablamos de guerra contra el narcotráfico, guerra contra el terrorismo, guerra contra la delincuencia, etc. El mundo está amenazado las veinticuatro horas por los que se dedican a los actos criminales. Hoy más que nunca se hace necesario tener un alto sentido de vigilancia, y las fuerzas de defensa de los países tienen que ser reforzadas contra lo sofisticado del crimen organizado.

Por otro lado, y esto es alarmante, el crimen ha arropado las esferas del poder, y hoy existen hasta países donde desgraciadamente impera un Narco Estado. Aquí la guerra tiene que ser asumida por los mejores hombres y mujeres de esas naciones, y esto supone la pérdida de muchas vidas, antes que se pueda avasallar a los enemigos del orden y de la paz.

Estos enemigos no discriminan, actúan sin escrúpulo alguno, son inflados por el mismo infierno, y el poder del dinero corrompe todo lo que encuentra a su paso. Se necesita gente verdaderamente honrada, decidida y valiente para enfrentar este gran mal.

De igual manera, el grave peligro del terrorismo, que es una realidad universal, obliga a las naciones más amenazadas a reforzar cada día más sus medidas de seguridad. Esto crea un ambiente de guerra en los lugares públicos, en los aeropuertos y en las calles, cosa esta que a la larga se convertirá en algo cotidiano. El ciudadano común se tendrá que acostumbrar a esta situación, si ha de desarrollar una labor más o menos normal.

Todo este ambiente de peligro constante, justifica el armamentismo y los cuerpos de defensa y seguridad personales, nacionales e internacionales. Cuando nos montamos en un avión queremos el máximo de seguridad, y esto implica hoy, no sólo que la nave esté en buen estado y con una buena tripulación, sino sobre todo, que esté bien reforzada por medidas de seguridad militar que garanticen la protección de los pasajeros, en caso de algún ataque delincuencial o terrorista. Así que, esta situación general de peligro inminente contra los ciudadanos comunes, hace necesario el uso de las armas y el adiestramiento de mucho más personal capacitado para enfrentar a los enemigos del orden y de la paz.

3.- La Guerra Se Justifica Para Salvar la Soberanía de una Nación.

Lo que leemos en la historia acerca de cómo han sido forjadas las naciones, nos hace conscientes de toda la sangre que se ha derramado para que podamos vivir en un una nación con un mínimo de soberanía. Cada país tiene un día especial del año en el que celebra su independencia nacional, y esto siempre rememora la lucha de hombres y mujeres que ofrendaron sus vidas para que hoy podamos gozar de un suelo patrio.

Podría catalogarse de renegado a cualquiera que deshonre la memoria de esos héroes, que de buena fe empuñaron una espada o un fusil para darnos la libertad, y legarnos así un nombre dentro del universo de naciones.

De ninguna manera se ha de sentir cómodo el cristiano que tiene que asumir el deber de atacar a su enemigo en una guerra y cumplir así su deber militar en el campo de batalla. Este tema de la guerra para el cristiano supone un gran conflicto con su conciencia, pero al mismo tiempo le plantea la obligación que tiene como soldado.

Hablando de grandes hombres de la Biblia que se vieron envueltos en graves situaciones de guerra, tenemos que mencionar al rey David, un hombre que fue elegido por Dios para dirigir la nación de Israel, me atrevo a decir que David nació para la guerra, porque así como se nace para ser artista, también se nace para ser soldado, y esto no debe ser, bajo ningún concepto, algo denigrante, sino más bien loable. A nadie se le ocurriría menospreciar las figuras de Simón Bolívar o George Washington.

Todo el que se siente dominicano respeta con mucho celo el nombre de los tres padres de la patria: Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez, los artífices de la República Dominicana. Aunque fueron grandes pacifistas, se vieron ante la ineludible obligación de empuñar la espada para legarnos el nombre de una nación que conserva en sus símbolos patrios el glorioso lema: ¨Dios, patria y libertad¨ y que redime en el centro de su escudo una Biblia abierta en los evangelios.

Se puede ser una persona ligada al mundo militar como Cornelio que era un centurión romano, y al mismo tiempo ser una persona piadosa. Cornelio llegó a ser un gran cristiano, tal y como nos lo narra la Biblia en el capítulo 10 de Los Hechos. ¿Tendría que dejar de ser soldado para seguir a Cristo? De ninguna manera, sino que se debe seguir siendo un soldado, pero ahora teniendo como primer comandante a Jesucristo.

Leandro González.

Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 4 de Julio de 2010.