domingo, 2 de mayo de 2010

EL CRISTIANO Y LA POLITICA

Marcos 12:17


¨Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él¨.

La política es una ciencia, y quien ejerce esta ciencia es llamado político. Aristóteles enseñó que ¨El hombre es un animal político¨, y con esto quiso decir que el hombres es político por naturaleza. Así que por necesidad, todos somos políticos, puesto que cualquiera decisión que se tome en una nación o un pueblo donde vivimos nos afecta de alguna forma. Es difícil, por no decir imposible, hacer vida en una comunidad sin ser afectados por las decisiones políticas de la misma. Por tal motivo, lo peor que podemos hacer como cristianos es ser indiferentes frente a los procesos políticos en los que vivimos.

Vivimos quejándonos por no tener hombres y mujeres honestos en la administración del erario, pero ¿qué están haciendo los cristianos que tienen vocación política? El mundo necesita hombres y mujeres regenerados que se involucren en la vida política de los pueblos para defender el patrimonio de todos. Si le dejamos el mundo a los malos, no nos podemos quejar de que el mundo ande mal. Lo peor que pueden hacer los buenos es dejar que los malos gobiernen sin que ellos hagan nada para impedirlo.

La iglesia constituye la gran reserva moral del mundo. Así que, sin llegar a involucrar a la iglesia en los asuntos seculares, el cristiano tiene el deber de tomar parte en el desarrollo de la sociedad en que vive. Tenemos ejemplos en la Biblia de hombres y mujeres que tomaron parte en la vida política de su época sin contaminarse. Podemos mencionar a José, que llegó a ser gobernador de Egipto. Podemos mencionar a Daniel, que fue consejero de la corte real en Babilonia. Podemos mencionar a Esther, que pudo salvar a su pueblo en cautiverio bajo el imperio persa. Podríamos encontrar muchos ejemplos más que demuestran la participación de los creyentes en la vida política del mundo.

Es bueno saber que el principio fundamental de nuestro Señor Jesucristo con respecto a la relación del cristiano con los gobiernos de este mundo y con la política en sentido general es la separación de la iglesia y el Estado. Esto lo vemos en la famosa expresión de Jesús: ¨Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios¨ (Marcos 12:17). Estas palabras del Señor Jesús en Marcos 12:17 dejan muy claro que la mayor y suprema lealtad del cristiano es para con Dios; pero al mismo tiempo, Jesús establece que el cristiano tiene deberes qué cumplir relacionados con el orden político de la nación en que vive.

El Señor Jesús también nos confirma con estas palabras de Marcos 12:17 que así como la iglesia ha sido ordenada por Dios, de la misma manera el Estado también, y que ambos son necesarios en este mundo, aunque deben existir separadamente. La iglesia debe enseñar los deberes de los ciudadanos para con el Estado, y el Estado debe brindar a la iglesia todas las garantías posibles para el libre ejercicio de su fe y de su práctica cristiana.

El cristiano, sin ser afectado en su vida espiritual, sino más bien, siendo él de influencia positiva en el mundo de la política, y mucho más si se tiene la convicción de poseer verdadera vocación o llamado para ejercerla, debe atender a los siguientes tres factores esenciales:

1.- El Cristiano No Se puede Abstraer de la política.

Así como el cristiano no se puede abstraer del mundo en que vive, de la misma forma no se puede separar del todo de los acontecimientos políticos que se dan en su entorno.

El cristiano no es un ente separado de este mundo. Aunque el cristiano no es de este mundo, porque su ciudadanía está en el cielo, el cristiano está en este mundo y se ve obligado por ende a interactuar en él. Por eso repetimos: el cristino no puede abstraerse del mundo en que vive. Es por ello que el Señor ora por nosotros, pidiendo al Padre lo siguiente: ¨No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal¨ (Juan 17:15).

El cristiano está llamado a participar en los asuntos políticos que le conciernen. Esto quiere decir, que el cristiano tiene el deber de votar para participar de esa forma en las decisiones de elegir a los gobernantes y funcionarios del gobierno. El cristiano debe evitar elegir de entre los candidatos a los menos malos. Si no hay candidatos que puedan ser considerados confiables, el cristiano debe ejercer su voto nulo, indicando de esta manera que no está de acuerdo con ninguna de las opciones presentadas. Al mismo tiempo, este debe ser un motivo de gran preocupación para el cristiano, el cual debe orar a Dios para que se levanten hombres y mujeres con principios cristianos que inspiren y motiven para ser elegibles en los diferentes puestos del gobierno.

Siguiendo esta misma idea, si como ciudadanos de este mundo no cumplimos con nuestro deber y derecho de votar, entonces no tenemos razón de quejarnos por las personas que son elegidas. Al recordar las palabras del Señor Jesús de que somos la sal de la tierra y la luz del mundo, nuestra participación en la política se hace más urgente. Las palabras del Señor Jesús en este sentido nos deben llamar a reflexión acerca de nuestro deber político: ¨Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos¨ (Mateo 5:13-16). Participando directamente en la política no es la única forma como podemos influenciar al mundo de manera positiva, pero aquellos que tienen la vocación política, no deberían rehuir esta responsabilidad.

2.- El Cristiano Sabe Que los Gobiernos Humanos Son Temporales.

El cristiano espera la manifestación del reino de Dios en la persona de Jesucristo. Este es el reino que no tendrá fin (Lucas 1:33). Los hombres en la tierra hemos probado todos los tipos de gobiernos posibles, y ninguno de ellos ha podido satisfacer las necesidades más profundas del ser humano.

Los pueblos de la tierra han probado el absolutismo de los grandes imperios y dinastías, las monarquías más severas y los regímenes ideológicos, tanto de izquierda como de derecha, con su respectiva representación comunista o democrática.

Este mundo se ha tenido que debatir entre la vida y la muerte en múltiples ocasiones, tratando de liberarse de la furia de la esclavitud y la barbarie de muchos gobernantes. Hemos sufrido el flagelo de dos guerras mundiales, y el planeta se ha visto amenazado más de una vez con ser aniquilado por el odio e insensatez de políticos locos. Pero aún así, y por causa de todo lo dicho, los cristianos tenemos el deber de estar en el juego político mientras dure este orden humano, hasta que ocurra la segunda venida del Señor Jesucristo.

Cuando la humanidad se encuentre en el borde del abismo de la desesperanza política, aparecerá un personaje misterioso, el anticristo, que engañará a muchos ofreciendo la solución a todos los problemas de la tierra: ¨ Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia¨ (2 Tesalonicenses 2:8-12).

Por esta razón el cristiano debe actuar en la política sabiendo que ningún gobierno humano resolverá los problemas de este mundo, sino que Jesucristo, el verdadero gobernante, es la solución y la única esperanza para este mundo.

El cristiano que se involucra en la política debe procurar que las personas a su alrededor busquen el señorío de Cristo en sus vidas. Sin el gobierno de Cristo en la vida de las personas, será cada vez más difícil poder ejercer la política en el mundo. La incredulidad y la falta de temor de Dios está generando la descomposición social que deteriora cada vez más los estamentos en todas las esferas de los Estados. Una sociedad compuesta de individuos depravados y degenerados no puede esperar buenos gobernantes.

Por lo que podemos darnos cuenta en la Biblia, el gobierno humano como tal es visto por el Señor como una entidad puramente secular, mientras que la iglesia, que es su cuerpo, debe ser vista como algo separado del mundo para servirle sólo a él. O sea, la iglesia le debe lealtad suprema sólo a Cristo: ¨ y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo¨ (Efesios 1:22,23).

Así que, aunque cumplamos con nuestros deberes políticos, como cristianos debemos esperar ¨la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo¨(Tito 2:13).

3.- El Cristiano Debe Dar Ejemplo de lo Que Es Hacer Verdadera Política.

Con mucha tristeza escuchamos decir que el poder corrompe, y que corrompe hasta al más santo. Pero creo que debemos sobreponernos a esta frase tan fatalista. Son precisamente los cristianos los llamados a demostrar que se puede cambiar el mal concepto que en el día de hoy se tiene de los políticos, principalmente en nuestros países latinoamericanos. Los políticos cristianos tienen la responsabilidad frente a sus electores de dar el ejemplo. Creo que ya basta de excusarnos detrás de justificaciones impías como esta que dice que para ser un político hay que ser mentiroso.

Lo que nunca debe hacer el cristiano es involucrar la iglesia en asuntos político-partidistas. Debemos ser abanderados de la separación de la iglesia y el Estado. Ni las iglesias, ni los concilios, ni las convenciones, ni las asociaciones de pastores deben ser utilizadas para asuntos políticos. Muchas desgracias ha traído a la humanidad el fanatismo religioso unido al poder político. Las más sangrientas guerras se han librado por mantener grandes hegemonías apadrinadas por jerarquías eclesiásticas.

El efecto dañino que ha provocado siempre a lo largo de la historia de la humanidad la unión de la religión y el Estado, demuestra lo perjudicial que puede llegar a ser este híbrido. La existencia de los imperios de la tierra, sin embargo, siempre ha estado matizada de la levadura religiosa, puesto que el monarca, el rey, el emperador, el dictador, el presidente, el ministro o como se le quiera llamar, la mayoría de las veces ha reclamado el tratamiento de dios departe de los gobernados. Una de las fuertes razones porqué los cristianos fueron perseguidos a lo largo del imperio romano fue por su lealtad a Dios, al negarse a rendir culto al César como si fuera Dios.

Como ciudadanos de este mundo, los cristianos estamos en el deber de ser buenos embajadores del reino celestial, asumiendo nuestro rol en los asuntos políticos, y haciéndolo bien cuando nos toque, para la gloria de Dios.

Leandro González


Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 2 de mayo de 2010.

VIDEO DEL MENSAJE

No hay comentarios: