domingo, 3 de octubre de 2010

EL AYUNO Y LA ORACION

Mateo 17:21
¨Pero este género no sale sino con oración y ayuno¨.

El ayuno y la oración son dos cosas que van de la mano. Nuestro Señor Jesús ayunó por cuarenta días y cuarenta noches antes de iniciar su ministerio. Durante su gran prueba en Getsemaní, poco antes de ser apresado, exhortó a sus discípulos acerca de la necesidad de orar: ¨Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil¨ (Mateo 26:40-41).  

Durante el período en el desierto, él estaba en preparación espiritual para la gran batalla que habría de librar contra Satanás y contra el mundo. Después de estar en ese tiempo de retiro en el desierto, un tiempo disciplinario muy importante en su carrera ministerial, el enemigo apareció en el escenario para tentarle. Y durante su lucha en el jardín de Getsemaní, él estaba resistiendo todo el peso del mundo que se agolpaba sobre él. Y fue por esta disposición de su alma, por depender absolutamente de su Padre Dios, que él pudo ser vencedor. Si Jesús siendo Dios tuvo que hacer esto, estando en el pellejo humano, esto significa que con más razón debemos hacerlo nosotros.

Hay una nota alentadora y revitalizadora en los relatos de la tentación en el desierto y en Getsemaní, y es que luego de la gran prueba, los ángeles estuvieron con él para servirle en el primer caso y para fortalecerle en el segundo. Este es el privilegio de los que reconocen su necesidad de Dios. El enviará a sus santos ángeles para que estén con nosotros en la hora de la dificultad.

Si en estas dos experiencias tan cruciales de su vida, el Señor Jesús tuvo éxito, fue debido al ayuno y la oración. Esto nos debe enseñar a nosotros una gran lección: Los creyentes podemos resistir al diablo y al mundo solamente con el ayuno y la oración. Este tiempo que pasamos con el Señor en retiro, reflexionando y orando, es el que nos capacitará para salir adelante en las pruebas que vendrán. No es con nuestra fuerza que vamos a vencer, sino con la fuerza de nuestro Señor.  El Espíritu Santo que está en nosotros se regocijará cada día más en nosotros cada vez que doblemos nuestras rodillas para orar y cada vez que tengamos la dichosa actitud de retirarnos en un tiempo de ayuno para buscar el rostro de Dios.

Veamos tres aspectos esenciales respecto de este tema:

 1.- Lo Que Significa el Ayuno Cristiano.

El ayuno fue una práctica constante en la vida de los grandes hombres de Dios, como Daniel, por ejemplo: ¨Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.
Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas¨ (Daniel 9: 3-5). 

El ayuno en la Biblia ocurre como una expresión de dolor y de arrepentimiento. Recordemos el caso de Nínive: ¨Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo¨ (Jonás 5: 5-10). Si este acto de contrición fue efectivo para un pueblo impío y malvado, de tal manera que Dios se arrepintió de enviarles el castigo que merecían, lo será mucho más para los creyentes que busquen con vehemencia el rostro de Dios.

Ayunar no es solamente dejar de comer, el ayuno es mucho más que eso, es un tiempo en el que nos apartamos de las labores cotidianas y habituales para dedicarnos cien por ciento a la búsqueda de Dios. Para lograr esto debemos hacer los arreglos de lugar previamente para que nada nos estorbe este tiempo tan significativo en nuestra vida. Lo debemos hacer con la mayor discreción posible. Pero es sensato que comuniquemos a nuestra esposa o a las personas que tienen que ver con nuestra alimentación, que no comeremos durante ese tiempo, para que no se preocupen.

No es necesario que digamos a nadie, si no es estrictamente necesario, que estamos ayunando, pues esto es algo muy personal. Para evitar que nos pregunten, debemos mantener bien nuestro semblante, es por esto que debemos estar en un lugar aparte para mayor privacidad. El Señor Jesús fue muy claro en el sentido de que el ayuno es un asunto entre el creyente y Dios: ¨Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público¨ (Mateo 6:16-18).

La Biblia no nos dice cuántas veces al año, o al mes o a la semana debemos ayunar, ni cuánto tiempo debe durar el ayuno cada vez, pero la Biblia sí enseña que el creyente debe ayunar: ¨Pero este género no sale sino con oración y ayuno¨ (Mateo 17:21). Lo que podemos ver en estas palabras del Señor Jesús es que el ayuno debe ser un tiempo de retiro especial. Esto no significa necesariamente que debe haber una razón especial para ayunar, aunque sí tendremos períodos en nuestra vida en los que sentiremos la necesidad imperiosa de apartarnos en oración y ayuno. Pero esto sí significa que el ayuno debe ser parte de la práctica habitual del creyente. No debemos descuidar el ayuno, no es algo que debemos hacer una vez al año, sino más frecuentemente.

La oración acompañada del ayuno, constituye un refuerzo poderoso a la hora de estar preparados espiritualmente para enfrentar al enemigo de nuestras almas y a sus secuaces. Así lo expresó el Señor frente al episodio de los discípulos que no pudieron echar fuera un demonio que atormentaba a un muchacho: ¨Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno¨ (Mateo 17:20,21).

2.- Lo Que Significa la Oración Para el Cristiano.

Es por medio de una oración que una persona puede confesar sus pecados a Dios cuando se arrepiente: ¨porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo¨ (Romanos 10:13). Sin esa oración de confesión consciente, ninguna persona podrá ser salva. Entonces la oración es algo crucial para el ser humano. La oración no es un asunto sólo para los que van a la iglesia o para los que viven una vida religiosa, sino que la oración es vital para todo ser humano que reconoce su necesidad de Dios. Siendo así, sentimos mucha pena por aquellos que nunca han considerado la necesidad de orar.

La oración es el vínculo que mantenemos entre nosotros y Dios. Orar es hablar con Dios. Entonces cuando oramos hablamos con Dios, y cuando no oramos no hablamos con él, descuidamos nuestro diálogo con Dios. La oración debe ser diaria, no así el ayuno. No tenemos ningún mandato bíblico que nos diga que debemos ayunar diariamente, pero sí uno que nos dice de la necesidad de orar siempre, en todo momento: ¨Orad sin cesar¨ (I Tesalonicenses 5:17). Por este motivo creemos que es imposible poder vivir la vida cristiana verdadera sin dedicar un tiempo prudente diario a la oración.

Debemos practicar la oración personal. Cada creyente debe orar diariamente. Así como nos alimentamos físicamente debemos alimentarnos espiritualmente con la oración, y esto por lo general va acompañado con la lectura y estudio de la Biblia. Esto es algo que se debe convertir en una costumbre si queremos tener buena salud espiritual. El Señor nos dice cuál debe ser nuestra actitud al orar: ¨Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público¨ (Mateo 6:5,6).

También podemos orar en grupo, tanto en los cultos en el templo y en las casas, pero nunca debemos orar en voz alta todos al mismo tiempo como malacostumbran muchos: ¨Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?¨ (I Corintios 14:23).

Orar no es repetir palabras ya aprendidas, esto es condenado por el Señor Jesús, y dice que los que hacen esto desconocen totalmente el propósito y sentido de la oración: ¨Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis¨ (Mateo 6:7).

La oración la vamos a utilizar hasta que Jesucristo venga. Después que estemos ya con él para siempre, no tendremos que usar este recurso. El himnólogo nos lo dice de forma poética:

Dulce oración, dulce oración,
Que aliento y gozo al alma das,
En esta tierra de aflicción
Consuelo siempre me serás.
Hasta el momento en que veré
Francas las puertas de Sión,
Entonces me despediré
Feliz de ti, dulce oración.
(Fragmento de ¨Dulce Oración¨ de Wm. B. Bradbury- de Himnos de Gloria, Cantos de Triunfo, Editorial Vida, Miami, Fl., 1976).

El descuido de la oración es fatal en la vida de un cristiano. Otro himnólogo nos lo dice de una forma tan tremenda, que vale la pena leerlo:

¡Oh qué amigo nos es Cristo!
El llevó nuestro dolor,
Y nos manda que llevemos
Todo a Dios en oración.
¿Vive el hombre desprovisto
De paz, gozo y santo amor?
Esto es porque no llevamos
Todo a Dios en oración.


¿Vives débil y cargado
De cuidados y temor?
A Jesús, refugio eterno,
Dile todo en oración.
¿Te desprecian tus amigos?
Cuéntaselo en oración;
En sus brazos de amor tierno
Paz tendrá tu corazón.


Jesucristo es nuestro amigo,
De esto prueba nos mostró,
Pues sufrió el cruel castigo
Que el culpable mereció.
El castigo de su pueblo
En su muerte él sufrió;
Cristo es un amigo eterno;
!Sólo en él confío yo!

(Himno ¨!Oh Qué Amigo Nos Es Cristo!¨, de Joseph Scriven, 1855. Himnario Bautista, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, USA., 1994).

3.- Lo Que Producen en la Vida Estos Dos Ejercicios.

El ejercicio corporal es bueno, pero no es mejor que el ayuno y la oración: ¨porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera¨ (I Timoteo 4:8).  Esto quiere dejar dicho que el cristiano que dedica tiempo y calidad al ejercicio físico, pero descuida el ejercicio espiritual, está descuidando lo más importante. A estos les podríamos decir a modo de paráfrasis las palabras del Señor Jesús: ¨Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello¨ (Lucas 11:42).

Pero hay que tener cuidado con el ayuno y la arrogancia espiritual. El ayuno, siendo un recurso tan importante en la vida del cristiano,  puede convertirse en algo sin valor cuando no se hace con el sentido verdadero: ¨Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne¨ (Colosenses 2:23).

El ayuno es bueno para el alma y para el cuerpo. El cuerpo se desintoxica cuando ayunamos, se limpia de muchas impurezas. El alma se fortalece en su búsqueda de Dios, pues el ayuno es un tiempo de retiro espiritual en el que estamos concentrados y apartados de las cosas rutinarias. Por eso es bueno que escojamos para el ayuno un tiempo en el que no tengamos compromiso de trabajo, pues de esta manera nos podemos ir a un lugar apartado donde podamos estar todo ese tiempo leyendo la Biblia, meditando y orando.  

El apóstol Pablo incluso era partidario de la idea de que durante nuestro retiro espiritual nos abstengamos de las relaciones íntimas, no porque esto sea malo, sino porque no es conveniente para una mejor concentración en el ejercicio espiritual. Por eso él aconseja a los que somos casados, que este tiempo de retiro, sea por poco tiempo, de modo que no afecte nuestros deberes en la relación conyugal: ¨No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia¨ (1 Corintios 7:5). 

Aunque el ayuno es algo muy personal, en la iglesia se puede sugerir un tiempo en que todos los miembros aparten un día para el ayuno cada cierto tiempo. Esto será saludable para el cuidado espiritual de los hermanos y les enseñará lo provechoso de esta práctica para el cuidado integral de nuestras vidas.

Leandro González

Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 3 de octubre de 2010.

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