domingo, 12 de septiembre de 2010

LA PROSPERIDAD DESDE LA OPTICA BIBLICA

I Timoteo 6:9-11


¨Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre¨.

Dios desea que toda persona prospere, él no nos hizo para el fracaso, sino que fuimos nosotros los que nos buscamos todos estos problemas y situaciones con las que tenemos que lidiar mientras estemos en este mundo. Pero no podemos decir que los beneficiarios de fortuna material y los exitosos de este mundo, tienen todos una buena relación con Dios; como tampoco podemos decir que los desafortunados y pobres estén exentos de la gracia de Dios y que son unos desdichados pecadores. Si así fuera, entonces ni el propio Jesús podría salvarse ni mucho menos nos podría salvar a nosotros, pues él no venía de una familia adinerada, sino todo lo contrario, él fue criado en el seno de una familia muy humilde, y tenía tan poca influencia en la sociedad de su época que su familia no pudo hacer nada para impedir que fuera tratado tan injustamente durante su juicio.

No tenemos en la Biblia departe de nuestro Señor Jesucristo ninguna palabra que nos garantice riqueza en este tiempo, ni influencia política o social en este mundo. Entonces no es de la Biblia que salen estas ideas tan absurdas de la teología de la prosperidad. Más bien Jesús criticó acremente a los que ponen su corazón en las riquezas de este mundo. Recordemos la lastimosa historia del joven rico, que pese a reconocer que Jesucristo era el único camino, se negó a seguirle por causa de su apego a las riquezas (Marcos 10:17-22). Y aquí de seguro alguno argumentará, sí pero Jesús estaba aquí criticando solamente el amor al dinero, pero sucede que ese es precisamente el problema de los ricos, de la mayoría de ellos, de los que no son creyentes, y también de los que son creyentes: El dinero llega a ser un obstáculo para acercarse a Dios y para hacer su voluntad. Aún existen muchos cristianos ricos que necesitan reconocer su avaricia y arrepentirse de su tacañería para con la obra del Señor. No son los creyentes más pobres los que se niegan a diezmar en la iglesia, sino los que más tienen.

El problema de una perspectiva equivocada acerca del dinero es algo con lo que los primeros cristianos tuvieron que luchar. Santiago hace una crítica fuerte a los ricos de la iglesia de su tiempo: ¨ ¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.

Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros¨ (Santiago 5:1).

Santiago también se queja de la diferencia de clases ya tan temprano existente en el seno de la iglesia naciente, donde el pobre es menospreciado y el rico es alabado y enaltecido: ¨Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros? Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores¨ (Santiago 2:1-9).

Santiago habla además de la engañosa autosuficiencia que exhibe el que se siente seguro de su fortuna material, pues su confianza está en sí mismo y en su dinero: ¨¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado¨ (Santiago 4:13-17).

Acerca de la vanidad de poner la esperanza en el dinero, el Señor Jesucristo advierte acerca de los peligros de hacer tienda fija en esta tierra que será deshecha: ¨No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón¨ (Mateo 6:19-21). Este no es precisamente un pasaje adecuado para aquellos que proponen que el cristiano tiene que ser rico, y que es pecado ser pobre. Fue Jesús quien dijo: ¨Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis¨ (Mateo 26:11).

Atendiendo a todas estas consideraciones, veamos los siguientes tres puntos:

1.- Ser Cristiano No Garantiza Una Vida de Riqueza Material.

Esta es una mentira del diablo y de los falsos predicadores. Y ser pobre no significa que una persona está mal delante de Dios. Si ser rico fuera una muestra de salud espiritual, si fuera así, entonces hombres como Bill Gates serían los más consagrados de la historia. Pero resulta que los hombres más consagrados de la historia de la iglesia no han sido precisamente ricos, sino todo lo contrario. No podemos encontrar en ninguna parte de la Biblia que una persona por el hecho de arrepentirse, ya está destinado a una vida de prosperidad en esta tierra.

Los gobiernos de la tierra hacen reuniones y cónclaves con el anhelo de buscarle una solución al problema de la pobreza y de la inequidad actual en este mundo, donde muchos no tienen nada y unos poco tienen demasiado. Ese es el desequilibrio que se aprecia en todo el planeta, algo muy malo, pero que pese a todo empeño y campaña para erradicarlo, este mal se agiganta cada día más. Así que por lo que vemos, la gran diferencia que existe entre ricos y pobres será una constante en este mundo malo.

Esta brecha entre ricos y pobres no será superada por causa de la avaricia de los hombres sin Dios. Pero sí podemos estar confiados en que en el mundo maravilloso que nos espera, el que el Señor Jesucristo fue a preparar para los suyos, no habrá pobres ni ricos, sino que viviremos en un estado de equidad inigualable que sólo Dios puede establecer.

Pero la igualdad de vida a la que el hombre aspira está condicionada aquí en al tierra, pues el principio de la recompensa por el esfuerzo y la dedicación en el trabajo invalida la prédica de la igualdad sin condiciones. Con esto estamos queriendo decir que la situación económica de cada persona depende mucho del interés personal por el trabajo y de su laboriosidad. A menos que una persona herede una fortuna o se la robe, nadie puede hacerse rico de la noche a la mañana. La Palabra de Dios establece cuál ha de ser la forma como habremos de adquirir riqueza material: ¨Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás¨ (Génesis 3:19). Cualquiera otra manera de adquirir dinero no será aprobada por el Señor. Aquellos creyentes que justifican los juegos de azar con el pretexto de hacerse ricos están entrando en terreno peligroso donde serán atrapados por las redes del enemigo.

Los creyentes debemos alegrarnos por la prosperidad de los demás creyentes, y debemos desear a cada uno que Dios le conceda la prosperidad que anhela, así como el apóstol Juan lo deseaba para su amigo Gayo: ¨ Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma¨ (3 Juan 1:2). Pero es bueno que sepamos que toda prosperidad material aquí en la tierra debe ser usada para la causa de Cristo, y que esta no debe convertirse en obstáculo para servirle, pues toda riqueza aquí es temporal y pasajera. Por eso decimos que La prosperidad que Dios anhela para cada creyente es la de una vida consagrada y fiel a él, una vida centrada en él y despojada de todo egocentrismo.

El cristiano está llamado a ser una persona laboriosa y diligente en el trabajo, y de esta manera ganar su propio sustento y el de su familia, pues en la Biblia encontramos el siguiente consejo: ¨ Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan¨ (2 Tesalonicenses 3:10-12).

Pero el mismo Pablo que da este consejo también declara su conformidad frente a circunstancias difíciles en su vida, y esta declaración del apóstol derrumba cualquiera pretensión equivocada de creerse que el cristiano no puede experimentar privaciones: ¨ No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad¨ (Filipenses 4:11,12). Lo más extraordinario de esta declaración es que está seguida de otra declaración aún más chocante para aquellos que se creen autosuficientes: ¨ Todo lo puedo en Cristo que me fortalece¨ (Filipenses 4:13). Este es el mismo hombre que se gloriaba no en su fuerza, sino en su debilidad: ¨ Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte¨ (2 Corintios 12: 9,10).

Sigamos con Pablo, él es el que declara como todo lo que el mundo considera como ganancia, él lo desprecia por amor a Cristo, lo contrario de lo que muchos seudo cristianos hacen en el día de hoy: ¨ Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo¨ (Filipenses 3:7,8).

Como vemos entonces, la prosperidad material era lo que menos estaba en la mente de los siervos de Dios, sino más bien una dependencia absoluta de él, como debe ser.

2.- Ser Pobre No Implica Un Problema Espiritual.

Por el hecho de que un cristiano sea pobre no podemos decir que su pobreza es producto de algún pecado. Esto es similar al que piensa que el cristiano no se puede enfermar, que la enfermedad implica que la persona está en pecado.

De la misma manera que es una exageración decir que la prosperidad material es sinónimo de riqueza espiritual, así mismo es una mentira muy grande pensar que ser pobre es sinónimo de piedad o de ser bueno. Pero una cosa sí es cierta, no fue acerca de los pobres que Jesús expresó sentencia tan dura como esta: ¨Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios¨ (Mateo 19:23,24). Acerca de los pobres el Señor más bien ha dicho lo siguiente: ¨Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: ¨Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios¨ (Lucas 6:20).

No piensen que estamos alabando la pobreza ni tipificándola necesariamente como una bendición, pero sí estamos diciendo que el hombre en su condición de pobreza está en mejor posición para buscar a Dios, ya que ante la pérdida de toda esperanza terrenal, su corazón se vuelve a Dios en busca de socorro, mientras que el rico es traicionado por su necedad de poner su fe en las riquezas. El peligro del creyente que es pobre está descrito en el salmo 73 donde el escritor confiesa como por poco resbalan sus pasos al ver la prosperidad de los impíos: ¨ En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos¨ (Salmos 73: 2,3).Por eso, la óptica par juzgar el desequilibrio social en el mundo para el cristiano no está en las corrientes políticas de los hombres, sino en la Palabra de Dios, pues fíjese a la conclusión que llega nuestro hombre del salmo en cuestión: ¨Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí, Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; En asolamientos los harás caer. ¡Cómo han sido asolados de repente! Perecieron, se consumieron de terrores¨ (Salmos 73: 16-19).

Asombrosamente en la contraparte de este salmo que es el Salmo 37 encontramos el siguiente consuelo para los creyentes carentes de fortuna material: ¨Mejor es lo poco del justo, Que las riquezas de muchos pecadores¨ (Salmo 37:16).

Pero es bueno que se entienda que es por la fe en Jesús que somos salvos, no por ser pobres; y no es por ser rica que una persona irá al infierno, sino por ser incrédula e indolente. Si nos fijamos en la historia del rico y Lázaro narrada por Jesús en Lucas 16:19-31 nos daremos cuenta de esto. El rico con toda su espléndida riqueza fue a parar al infierno, sin embargo Lázaro, pese a su profunda pobreza terrenal, fue llevado al cielo. De seguro los proponentes de la dichosa prosperidad objetarán esta acción divina, catalogándola de ¨injustificada¨. La historia del rico y Lázaro, como muchas otras narradas en la Biblia, no cuadran con la teología de la prosperidad.

El cristiano que se afana en la búsqueda de la riqueza debería mirarse en el espejo de lo que le dice el apóstol Pablo a Timoteo acerca de esto: ¨Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre¨ (I Timoteo 6:9-11). Estas solas palabras deberían bastar para que nos demos cuenta de cuán divorciados de la verdad están aquellos que creen que la vida de prosperidad debe ser la señal que identifique el pueblo de Dios. Si hay un estigma que sí identifica a los seguidores de Jesús, es la cruz, y de esto es de lo que no hablan los que viven pintando pajaritos en el aire y predicando un evangelio sin sufrimiento.

3.- Dios Nos Ha Llamado a Ser Fieles Antes Que Exitosos.

Al pensar en esto, no puedo obviar las siguientes palabras de la Biblia que están relacionada con mayordomía: ¨Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel¨ (1 Corintios 4:1,2).

Es cierto que el cristiano debe buscar la excelencia en todo lo que hace, pero esa excelencia o éxito no se mide a la manera del mundo, sino a la manera de Dios. La iglesia más exitosa no es la que más ha crecido en cantidad de miembros o la que tiene mayores recursos económicos, sino la que se mantiene fiel al Señor no importando las circunstancias por la que esté pasando.

En el mensaje a las siete iglesias en Apocalipsis, a la iglesia de Esrmirna el Señor la alienta con estas palabras (y aquí me gustaría ver la cara de los que se crecen con la idea de la prosperidad): ¨Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás¨ Apocalipsis 2:9). Entonces a la que sí se creía que era rica, a la iglesia de Laodicea, el Señor la recrimina por su miseria espiritual: ¨Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo¨ (Apocalipsis 3:17). ¿Por qué ocurre esto? Porque el Señor no mira como nosotros, la apariencia, sino que juzga con verdad: ¨Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón¨ (I Samuel 16:7).

Dios premiará todo esfuerzo por alcanzar nuestros sueños siempre y cuando lo hagamos dentro de su voluntad y con el deseo de usar nuestros talentos y recursos para su causa. Y dentro de nuestras precariedades podemos estar confiados en aquel que nos enseñó a decir: ¨El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy¨ (Lucas 11:3).

Leandro González



Sermón predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 12 de septiembre de 2010.

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