sábado, 23 de abril de 2011

LA RESPONSABILIDAD DE LAS IGLESIAS EN LA PROLIFERACION DE LAS SECTAS


I Timoteo 4:16

¨Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren¨

¿Por qué tratar este tema de manera especial en el ámbito de las sectas? ¿Qué tan necesaria es esta consideración frente a la proliferación de las sectas? Si hemos de ser honestos, tenemos que estar de acuerdo que como iglesia tenemos una gran cuota de responsabilidad en la manera como las sectas han crecido en el mundo.

Es muy fácil acusar a las sectas de que no predican la verdad, cuando tenemos una realidad, y  es su empeño y dedicación en la búsqueda de adeptos para su organización, algo que nos debe preocupar. Muchas veces, mientras los hermanos evangélicos estamos salvos, seguros y sentados (las famosas 3S) en nuestro bunker, las personas son abordadas con un mensaje falso que los aleja cada día más de la verdad. Esto debería ponernos a pensar seriamente acerca de nuestro deber de hacer la obra misionera a tiempo y a fuera de tiempo: ¨Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina¨ (2 Timoteo 4:2).   

Por este motivo quiero que consideremos los siguientes puntos:

1.- La Responsabilidad de las Iglesias en el Auge de las Sectas Tiene Mucho que Ver con la Administración Eclesiástica.

Muchas veces no se ofrece a los hermanos el suficiente cuidado que ellos demandan, y podemos forjar ciertas debilidades con esta negligencia, que es aprovechada por las sectas, pues ellos son muy insistentes en su trato con las personas, a fin de captarlos como adeptos. Aunque nuestro interés no es buscar adeptos, sino que predicamos para que las gentes crean en Jesucristo y se salven, pero esto no quita que seamos más astutos en nuestro trato con las personas, a fin proporcionarles el ambiente propicio dentro de la congregación, de manera que sepan que en verdad estamos interesados en la satisfacción de sus necesidades en sentido general.

Las iglesias deben ser responsables frente al testimonio de los que presiden, de los líderes, de los pastores. Las iglesias cristianas evangélicas deben cuidarse de que cada uno de los que preside tenga una vida correcta, y que cumpla con los requisitos requeridos en la Palabra de Dios, para ser ordenados y para seguir en ejercicio de sus funciones.

La Biblia es muy celosa en materia de selección de candidatos para el ministerio, ya sea dentro del pastorado, el diaconado o cualquiera otra función: ¨Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad
(pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo. Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles. Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús¨(I Timoteo 3:1-13). Una lectura cuidadosa de este pasaje, nos da la razón respecto del sumo cuidado que se debe tener a la hora de elegir a un obrero para la iglesia, y el seguimiento que se le debe dar, en procura de que la iglesia garantice su integridad delante de Dios y delante de la sociedad.

La falta de ética profesional y cristiana, ha inducido a más de uno, a buscar esa integridad que no encontraron en una iglesia cristiana, en algún grupo que les parece que sí lo tiene. Esto es muy contradictorio, pues la iglesia está llamada a ser una reserva moral en el mundo, y también a preservar a los hombres y mujeres que representan esa reserva moral. Esta es una demanda del Señor Jesús a sus discípulos, y por ende a su iglesia universal: ¨De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos¨ (Mateo 5:19,20). La gracia no invalida el cumplimiento de los principios, ni exonera a ninguno de cumplir con fidelidad con la ley de Dios.

También debemos decir que una persona que se va enojada de la iglesia, por las razones que sean, será un candidato casi seguro para caer en manos de las sectas.

Muchas congregaciones no tienen reparos en permitir dentro de sus filas a personas que no observan una conducta correcta. En una iglesia debe haber una disciplina correctiva y ejemplarizadora frente a cualquier pastor, misionero o líder que incurra en situaciones que pongan en riesgo la vida moral de la iglesia. Aunque sea radical, el mejor correctivo para un ministro que ha fallado, es la invalidación de su licencia (por decirlo de una manera) para ejercer el ministerio, porque esta tarea de ministro cristiano, es una tarea harto delicada.

Muchos líderes fallan, y luego de un tiempo de restauración, son colocados de nuevo en su antigua tarea, pero sucede que nunca más podrán tener la fuerza moral que tuvieron en un principio. No es lo mismo venir del mundo perdido a la iglesia, como una persona redimida, que estando redimido y participando de la gran labor de cuidar las almas, caer, y pretender seguir después de levantarse, con la misma fuerza moral de antes. La verdad es que las consecuencias de nuestros errores ministeriales nos perseguirán toda la vida. Hay tropiezos que lamentablemente invalidan nuestra reputación delante de los demás.

Esta realidad es algo que usan de manera inmisericorde las sectas, con el propósito de desacreditar la iglesia y el evangelio. Por este motivo debemos tener mucho cuidado de cómo nos conducimos como ministros del evangelio, para que no seamos de tropiezo a ninguno, ni demos razones a los enemigos de la cruz de Cristo. 

2.- La Responsabilidad de las Iglesias en el Auge de las Sectas Tiene Mucho que Ver con La Falta de Celo Por la Sana Doctrina.

Cuando hablamos de celo por la sana doctrina, nos referimos a la pasión que nos debe motivar en procura de preservar las enseñanzas puras de la Biblia, sin añadidos ni mutilaciones.

A pesar de que la Biblia ha sido traducida a muchos idiomas y ha sido actualizada muchas veces en la gramática de dichos idiomas, al través del tiempo, no implica que haya sido adulterada en cuanto a su significado semántico. Aunque algunas sectas, como los llamados Testigos de Jehová, tienen una traducción bíblica amañada, que responde a sus falsos criterios de fe, torciendo la Escritura, y haciéndola que diga lo que no dice, las traducciones serias de la Biblia han sido hechas ajustándose lo mejor posible a los originales antiguos. Estos originales existen, y si una persona conoce los idiomas hebreos, griego y arameo, puede realizar las comprobaciones pertinentes, así como refutar los textos bíblicos erróneos introducidos por las sectas.

La falta de celo por la sana doctrina permite que enseñanzas peligrosas penetren en la congregación. Recordemos que las iglesias son atacadas desde diferentes frentes, y uno de los frentes más peligrosos, es aquel que se mueve dentro de la iglesia misma. Es por esto que el apóstol Pablo le dice a Timoteo lo siguiente: ¨Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren¨ (I Timoteo 4:16). Así que, para evitar ignorancias, es necesario enseñar siempre en la iglesia lo que dice la Biblia, y que se oriente a los hermanos y a los amigos que asisten a la iglesia, los fundamentos de la fe cristiana.

La manera de descubrir cualquier error doctrinal es manteniendo un espíritu crítico ante cualquier novedad doctrinal, y empuñando siempre con gran empeño la Espada del Espíritu, pues nunca debemos olvidar que una fuerza maligna del mundo espiritual se opone rabiosamente a que la doctrina correcta de la Biblia sea conocida y divulgada. Por esta razón el apóstol Pablo nos instruye de la siguiente manera: ¨Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos¨ (Efesios 6:10-18).


3.- La Responsabilidad de las Iglesias en el Auge de las Sectas Tiene Mucho que Ver con la Falta de Convicción Congregacional y Personal Acerca de lo Que se Cree.

Las iglesias deben definir con claridad sus puntos doctrinales. Esto debe ser una materia obligada para cada nuevo creyente, y se deben hacer exposiciones y estudios bíblicos de manera programada y sistemática, donde todos participen, para que no se olvide ni se descuide lo que son nuestros fundamentos de fe. Esto es vital hacerlo, mucho más en este tiempo, en el que pululan los movimientos que viven extraviándose de la verdad y proclamando cuestiones necias y controversiales, que a nada sano encaminan.

Cada hermano debe saber lo que su iglesia cree, y conocer lo esencial de la fe cristiana. Cada hermano debe sentirse cómodo con lo que cree y debe saberse seguro de que está en una iglesia que enseña y predica la verdad bíblica como es. En pocas palabras, cada uno debe saberse seguro y confiado de pertenecer a su iglesia.

Aquellos que viven pasando de una iglesia a otra con mucha frecuencia, y no se afianzan en ninguna, pueden caer en las redes de las sectas cuando menos se lo esperen. Lo mismo ocurre a los que viven haciendo comparaciones en diferentes campos de la vida ministerial. Esto incluye hasta la práctica de criticar la forma de realizar el culto en su iglesia u otras actividades, porque no se parecen a tal o cual congregación.

Esta inestabilidad demuestra falta de asidero, y a quienes padecen de este mal, no les permite participar de forma responsable ni de modo feliz en su iglesia. Es necesario que cada uno se integre de manera definitiva y formal a su congregación y que luche y trabaje en procura del crecimiento y vitalidad de su propio grupo local o familia de la fe.

Uno debe sentirse bien por pertenecer a la denominación a la que uno pertenece, de la misma forma como que se siente feliz de pertenecer a la familia a la que pertenece, y de llevar el apellido que lleva.

Si tenemos cuestionamientos muy contradictorios con respecto a la denominación a la que pertenecemos, esto significa que uno no está convencido de estar en el lugar correcto. No queremos decir que exista una denominación única que enseñe y predique la verdad de la Biblia, o que uno deba buscar esa congregación exclusiva, no. Estamos diciendo, que cada creyente debe saber que está en una congregación que enseña y practica la verdad bíblica; y si eso es así, no importa cómo se llame esa congregación, esa es nuestra congregación para servir al Señor y vivir la vida cristiana, y no debemos entonces procurar otra, sino entregarnos en cuerpo y alma para que nuestra congregación sea exitosa.

No debemos estar en una congregación porque esa sea la iglesia donde crecimos o la religión de nuestros padres, o la religión que nos enseñaron nuestros padres. Esas no son razones suficientes para pertenecer a una congregación. La razón principal debe ser bíblica, no situaciones de índole tradicional o histórica. Si nos damos cuenta, al analizar la verdad bíblica, de que la congregación a la que pertenecemos no enseña la Biblia como es, entonces es el momento para buscar una iglesia donde se enseñe y practique la Biblia, y no las ideas de los hombres. Si usted lee la Biblia pidiendo la dirección de Dios, el Espíritu Santo le mostrará el camino verdadero, y así podrá diferenciar la verdad de la mentira, usted estará en capacidad de identificar una iglesia sana, y también podrá darse cuenta con facilidad cuando esté frente a una secta.

Si las iglesias cristianas ponen énfasis en estos aspectos que hemos definido aquí, entonces se podrá disminuir considerablemente el avance de las sectas en el mundo.

Leandro González

Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 17 de abril de 2011.

No hay comentarios: