domingo, 22 de agosto de 2010

DEBERES Y DERECHOS EN EL HOGAR

Colosenses 3:18-21.

¨Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten¨.

En muchas casas hay un letrero que reza: ¨Dios bendiga este hogar¨. Se supone que en esa casa funciona o convive un hogar. Pero la casa no es un hogar, aunque es posible que una casa llegue a identificar a la familia que vive en ella. En este caso, la casa ha de tener diferentes connotaciones dependiendo del tipo de familia que allí convive. Será un buen hogar o un mal hogar; será un hogar arruinado o simplemente no será un hogar. Porque en definitiva lo que define el hogar, no son las paredes de la casa, sino las personas que viven dentro de ella.

El adagio popular que dice ¨ el casado casa quiere¨, aunque también se refiere al hecho de que cada quien viva en su propio espacio, o que tenga su privacidad; pero más que referirse a una casa física o edificio, se refiere a la formación de una nueva familia, diferente de la familia paterna, ya sea de la esposa o del esposo.

Este lugar donde vive la familia, donde convive el hogar, que está compuesto por los diferentes miembros que la conforman, puede desarrollarse bien en una cueva, en una choza, en una casa humilde o sencilla, no importa su estado o sofisticación. El hecho de vivir personas bajo un mismo techo no garantiza que allí existe un hogar, por muy lujoso que este sea, por muy amplios que sean los espacios y por mucha opulencia que ostente, si no se cumplen las características esenciales de convivencia amorosa y de relación afectiva y de respeto, no se puede encontrar allí un hogar.

Muchos, a la hora de pensar en la construcción de un hogar, están más interesados en las cosas materiales que en las cosas espirituales. Una de las causas del deterioro de la familia se encuentra precisamente en el hecho de que los contrayentes, a la hora de decidirse formar una familia, no están pensando en una relación duradera, no están pensando en una familia estable, sino que hasta en sus propias y típicas expresiones demuestran su desprecio por la sagrada institución de la familia. Por ejemplo, escuchamos decir con frecuencia, tanto a hombres como a mujeres, al referirse a su vida conyugal futura, que es lo que da origen y sustenta a la familia, que si no conviene se dejan. Van al matrimonio con esa premisa, con ese prejuicio, y entonces ocurre lo que ya se ha planeado en el subconsciente, la ruptura del matrimonio y la destrucción de la familia, la desintegración del hogar.

Pero cuando hablamos de un hogar desde el punto de vista de Dios, desde el punto de vista bíblico, nos estamos refiriendo a una institución con un valor trascendente, a un núcleo compuesto de individuos conscientes y responsables que tienen el propósito definido de establecer una relación duradera y feliz. Para que esto sea así se necesita que cada uno en la familia entienda primeramente cuáles son sus deberes, y además que cada uno conozca cuáles son sus derechos. De eso vamos a hablar en esta ocasión, de los deberes y derechos dentro del hogar.

1.- Deberes y Derechos de los Padres en el Hogar.

Las personas asumen unos deberes cuando deciden formar una familia. Primeramente el hombre tiene el deber de ser el soporte de la familia. Dentro del contexto del Antiguo Testamento, el hombre tenía el deber de soportar el sostenimiento económico de la esposa y de los hijos y de ser en principio el sacerdote del hogar, creo que este último deber sigue estando vigente tanto como el primero. Aunque en nuestras sociedades en el día de hoy, la mujer ha llegado a asumir muchos de esas responsabilidades, por un lado por la necesidad de aportar más recursos al hogar, y por el otro porque el hombre no ha asumido su rol como cabeza del hogar, sin embargo, el propósito de Dios es que el hombre sea la cabeza del hogar.

Hace mucho tiempo que no ocurre lo que antes era una típica escena, que el hombre se iba a trabajar desde temprano y la mujer se quedaba en la casa cuidando los muchachos; pero hoy, mientras los niños van a la escuela, los padres salen cada uno a su lugar de trabajo, pues las exigencias económicas son mayores. En los últimos cincuenta años el mundo ha dado un viraje significativo en muchos órdenes, y la estructura familiar no escapa a estos cambios. El tipo de familia de este tiempo es diferente del tipo de familia de hace cincuenta años.

Pero una cosa que no ha cambiado, porque constituye una verdad con valor eterno, es que los padres tienen unos deberes especiales qué cumplir para con sus hijos, empezando por el deber de cuidarles para que puedan sobrevivir. A pesar de ser el hombre la corona de la creación, es el único ser viviente que a diferencia de los animales, no podría sobrevivir si la faltara el cuidado adecuado desde el momento en que nace. Los animales, desde que nacen del vientre de la madre, se pueden poner en cuatro patas y comenzar a andar, pero el ser humano está totalmente indefenso sin el cuidado de sus padres.

Uno podría decir que por el solo hecho de prodigar a esas criaturitas todo ese cuidado, uno se gana el derecho sobre ellos, y es verdad, pero esos derechos tienen un límite. Cuando los hijos llegan a tener mayoría de edad, debemos dejar que ellos asuman su propio destino. En el caso de los padres cristianos no debemos preocuparnos más allá de lo normal por la vida de nuestros hijos, pues tenemos promesa del Señor que nos dice: ¨Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. ¨ (Proverbios 22:6).

Queremos decir, que dentro de las limitaciones que se deben tener en cuenta ante los derechos de los padres sobre los hijos, que el derecho sobre la vida es únicamente de Dios, nunca de los padres, por eso el aborto no es una prerrogativa del hombre, el feto, ni el bebé son propiedad de los padres, sino que a ellos se les ha confiado su cuidado. Los padres tienen el deber de cuidar a sus hijos desde que son bebés hasta que se puedan valer por ellos mismos, pero los padres no tienen derecho de decidir cuándo debe terminar la existencia de sus hijos, ni siquiera por el hecho de haber participado en darles la vida. Tampoco el derecho de los padres sobre los hijos les permite abusar de éstos de ninguna forma, como sería el hecho de ponerlos a trabajar, cuado deberían estar jugando y estudiando, o infringirles algún daño físico o moral. Sin embargo esto ocurre con mucha frecuencia, y por este motivo se ha legislado en ese sentido, y en nuestro país existe el tribunal de niños, niñas y adolescente que se encarga de dilucidar los casos en los cuales se ven involucrados menores.

Los padres tienen el deber de criar a sus hijos en sujeción y de darles la debida corrección cuando sea necesario para enseñarles a ser personas responsables. Los requisitos detallados en la Biblia que debe cumplir el que desea ser pastor, son extensivos a cualquier padre cristiano: ¨que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?¨ (I Timoteo 3:4,5). El no hacer esto constituirá para los padres una afrenta muchas veces desgarrante: ¨No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol¨ (Proverbios: 23:13,14)¨.

Otras citas bíblicas pertinentes en este sentido, las encontramos en Proverbios 13:24 y Proverbios 29:15, que dicen: ¨ El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige¨; ¨la vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre¨. Muchos muchachos van por el mundo con sus vidas destruidas en el vicio, en la delincuencia, en las drogas, etc. Por la falta de unos padres rigurosos, y muchas veces por la falta de amor de los padres, por la reciedumbre con que fueron tratados. Por eso entendemos que cuando la Biblia habla de corregir al niño con vara, esto no implica de ninguna manera un abuso físico, sino una corrección justa, y adecuada a su edad.

El consejo por excelencia en la crianza de nuestros hijos la encontramos en el Nuevo Testamento en Colosenses 3:21, donde el apóstol Pablo nos dice: ¨Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten¨; y en Efesios 6:4, el mismo apóstol Pablo aconseja: ¨ Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor¨. Muchos de nosotros fuimos maltratados por nuestros padres porque a ellos mismos los trataron de esa forma cuando fueron niños. Hoy, como padres que nosotros somos también no debemos repetir el mismo error de nuestros padres con nuestros hijos, y tenemos el deber de perdonar a nuestros padres por esos episodios de violencia de los que fuimos víctimas.

Muchos de los problemas en el hogar son generados por el concepto machista, que plantea que el hombre siempre tiene la razón, y este es un problema que afecta a los hijos lo mismo que a la esposa y hasta a la sociedad en general, pues no hay una persona más insoportable que un hombre machista, es lo más parecido a un dictador. La mayoría de nuestras familias sufren de este mal, un mal que es padecido tanto por el hombre como por la mujer, pues mucho del machismo de los hombres es alimentado por sus propias madres, sus tías y sus hermanas. Todo comienza en el seno del hogar, desde que se es niño o niña, se enseña la supremacía del macho sobre la hembra, y hasta se crea un gran complejo tanto en el niño como en la niña del mito machista. Pero acerca de este tema hablaremos más ampliamente cuando nos ocupemos de la diferencia de sexo, las diferencias existenciales entre un hombre y una mujer.

2.- Deberes y Derechos de los Hijos en el Hogar.

Los hijos deben respetar a sus padres. Honrar a los padres es el único mandamiento con promesa en la Biblia: ¨Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra¨ (Efesios 6:1-3).

Los hijos tienen el deber de realizar ciertas responsabilidades que les son asignadas dentro del hogar cuando ya están en capacidad de asumirlas. No solamente está en la casa para comer, dormir y estudiar, sino que debe realizar desde pequeño tareas hogareñas que les vayan preparando para enfrentar grandes retos el futuro.

Los hijos tienen derecho a la educación. Los padres tienen el deber de proporcionar a sus hijos la mejor educación que ellos puedan brindarle, y de permitir a sus hijos desarrollarse en la vida, no les deben estropear la oportunidad de salir adelante. En este sentido los hijos deben ser criados con la perspectiva de que un día ellos también tendrán su propia familia, para esto se debe crear en ellos un sentido de valor en ellos mismos y una capacidad de autogestionarse su propia supervivencia, por aquello que siempre se dice de que los padres no siempre vamos a estar, y por la razón de que todo padre desea que sus hijos se puedan realizar en la vida. No por el hecho de que los hijos no sean una carga para los padres, sino porque esto es sano para el propio desarrollo de ellos como individuos responsables en la sociedad. Los padres siempre anhelan que sus hijos se realicen como personas y formen su propio hogar y que lleguen a cultivar sus talentos y habilidades siendo útiles en la sociedad.

Los hijos son en cierta forma la prolongación de los padres, y muchas veces los padres desean que los hijos logren cosas que ellos no pudieron alcanzar, y también sucede, que a veces que algunos padres destruyen la vida de sus hijos al obligarles a decidirse por carreras o profesiones que sus hijos no querían. Como padres debemos tener cuidado con nuestra conducta egoísta, y dejar que nuestros hijos decidan por ellos mismos lo que ellos quieren ser en la vida. No se descarta que los padres podamos orientar a nuestros hijos en muchas de las decisiones que ellos tienen que tomar, principalmente cuando ellos son jóvenes, pero los padres deben respetar las decisiones de sus hijos.

3.- Deberes y Derechos del Estado Que Afectan el Hogar.

Todo Estado organizado tiene el deber de proporcionar a sus ciudadanos educación y salud. Sin estos dos elementos esenciales en toda sociedad organizada, la vida se haría difícil y casi imposible, y se haría además insostenible el poder crear familias por parte de sus integrantes. La riqueza o patrimonio de una nación debe ser administrado en beneficio de todas las familias, no importando la condición social de cada una. Pero las familias menos afortunadas deben ser apoyadas por el Estado de manera especial, tratando de esta manera de hacer más equitativa la distribución de la riqueza.

Los individuos que conforman el Estado asumen ciertos deberes para con la nación a la que pertenecen. Todas las familias son afectadas en el pago de los impuestos al gobierno, por ejemplo, que se inicia en una persona desde el día en que nace, o diríamos desde que está en el vientre de su madre, pues tanto ellos como sus padres son beneficiarios de alguna forma por el sistema de salud o de otra índole de los que tienen que hacer uso.

Ningún miembro de la familia se puede abstraer de sus deberes ciudadanos. Tenemos el deber de votar para elegir a los gobernantes y funcionarios del Estado. Debemos estar en la disposición de participar en la guerra si fuere necesario defender la soberanía de la nación. Muchos hijos con vocación militar se enlistarán en el ejército o formarán parte de los cuerpos del orden, y esto siempre será motivo de preocupación para los miembros del hogar. Así que el ser parte de este mundo constituye para cada familia ciertos riesgos que se deben asumir. Todo esto es lo que nos hace ser parte de la sociedad donde tenemos que asumir diferentes roles.

Nuestros hijos ejercerán diferentes oficios o profesiones que los integrarán a la sociedad de alguna manera. No vivimos solos ni mucho menos aislado en el mundo, somos parte de él y muchas veces nos veremos involucrados en situaciones que no son precisamente las que hubiéramos deseado para nuestra familia. Mientras más nos acercamos al final de este orden humano y al desenlace de este mundo nos enfrentaremos a cosas inimaginables.

Frente a todo esto debemos estar cada día más unidos como familia cristiana, y dedicados más que nunca al Señor, para que cuando él venga nos encuentre haciendo su voluntad aún en medio de las incongruencias de este mundo. Las familias cristianas tenemos una gran deber para con Dios, y es criar a nuestros hijos en el temor del Señor por encima de las amenazas de desintegración familiar que está latente en este mundo.

Leandro González



Sermón predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 22 de agosto de 2010.

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