lunes, 5 de julio de 2010

LA GUERRA DESDE LA OPTICA CRISTIANA

Mateo 24: 6-8

¨Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores¨. 

Hacer la paz y no la guerra es el deber de todo buen cristiano. Esto no significa que el cristiano como ciudadano de una nación permita el que su país sea avasallado sin luchar, sin defenderse. Permitir la aniquilación de una raza o un pueblo sin el recurso de la defensa es algo inconcebible, es incompatible con el instinto o sentido de supervivencia que Dios ha puesto en los seres vivos, y de manera muy especial en el ser humano.

Al hablar de la guerra, no usamos el término en sentido de conflictos personales o familiares necesariamente, sino más bien en el sentido de las conflagraciones bélicas que registra la historia, tal y como nos dice el Señor Jesús en Mateo 24: 6-8, que es el pasaje que nos sirve de inspiración para nuestro sermón en esta ocasión.

Decir que la guerra no es un tema bíblico es declararse ignorante del texto sagrado, pues la guerra es un recurso que vemos en todo el Antiguo Testamento. Dios utilizó el recurso de la guerra con el propósito de establecer a su pueblo Israel en la tierra de Palestina, la Tierra Prometida. Muchos de los personajes bíblicos fueron grandes guerreros. El Patriarca Abraham tuvo que hacer la guerra contra los reyes vecinos para poder imponerse en los lugares adonde iba. Estos eran personajes reales, que bajo las circunstancias en que vivieron tuvieron que matar para sobrevivir.

El mandamiento de ¨no matarás¨ de Exodo 20:13, habla de matar con premeditación y alevosía, no se refiere a las muertes que se producen en situaciones cuando es necesario actuar en defensa propia. De hecho existe cierta clasificación de asesinato aún dentro del ambiente de guerra, por ese motivo existe el consejo de guerra para los soldados que cometan crímenes durante un enfrentamiento bélico.

A Dios se la llama en la Biblia ¨Jehová de los ejércitos¨ refiriéndose esto a los ejércitos celestiales, que son cuerpos de ángeles al servicio del Señor. Recordemos lo dicho por Jesús a Pilato cuando este lo estaba juzgando: ¨Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí¨ (Juan 18: 36).

Como en un mundo tan lleno de pecado, de odio y de maldad, es inevitable que se tenga que realizar la guerra; por ese motivo planteamos tres situaciones en que se justifica la lucha armada:

1.- La Guerra Se Justifica Para Contrarrestar el Mal.

Aun en el cielo, mucho antes de que el hombre fuera creado, hubo guerra contra Satanás y sus ángeles. La Biblia nos habla de una guerra entre los ángeles de Dios y el dragón que es Satanás: ¨Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo¨ Apocalipsis 12: 7,8). 

Entonces, hay una batalla que se libra en los lugares celestiales entre los ángeles de Dios y los ángeles de Satanás. En este sentido podemos hablar de guerra espiritual. De hecho la lucha del cristiano en el ámbito espiritual es una lucha contra ¨huestes espirituales en las regiones celestes¨, no es una guerra convencional, ¨no es contra sangre y carne¨ nos dice el apóstol Pablo en Efesios 6: 12-17: ¨Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios¨. Es en esa lucha personal en donde se libra la batalla que define si tendremos guerra entre naciones.

Las guerras empiezan en una batalla que es librada en la conciencia de los individuos. De la situación del corazón depende si habrá guerra o si habrá paz: ¨¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?¨ (Santiago 4:1). Es en el ámbito del corazón de los líderes políticos donde se deciden los grandes conflictos bélicos, así como las desavenencias personales. Pero muchas guerras son necesarias, como la Segunda Guerra Mundial contra Hitler.  

Es importante apuntar que los que están en contra de la formación de ejércitos y de policías, pecan de ingenuos, pues nos están diciendo que no es necesario contrarrestar el mal. Estos condenan por lo general a los que se enlistan en los ejércitos y a los que se deciden por ser policías. Pero resulta que en situaciones donde se necesita el auxilio de autoridades policiales, los primeros en clamar por ayuda son los que precisamente se precian de ¨pacifistas¨. Los verdaderos pacifistas no son los que están radicalmente opuestos a la ocurrencia de guerras, sino los que hacen todo esfuerzo por evitarlas, pero no dudan un momento cuando la guerra es inminente, para ir contra el mal.

2.- La Guerra Se Justifica Para Preservar el Orden y la Paz.

En este sentido hablamos de guerra contra el narcotráfico, guerra contra el terrorismo, guerra contra la delincuencia, etc. El mundo está amenazado las veinticuatro horas por los que se dedican a los actos criminales. Hoy más que nunca se hace necesario tener un alto sentido de vigilancia, y las fuerzas de defensa de los países tienen que ser reforzadas contra lo sofisticado del crimen organizado.

Por otro lado, y esto es alarmante, el crimen ha arropado las esferas del poder, y hoy existen hasta países donde desgraciadamente impera un Narco Estado. Aquí la guerra tiene que ser asumida por los mejores hombres y mujeres de esas naciones, y esto supone la pérdida de muchas vidas, antes que se pueda avasallar a los enemigos del orden y de la paz.

Estos enemigos no discriminan, actúan sin escrúpulo alguno, son inflados por el mismo infierno, y el poder del dinero corrompe todo lo que encuentra a su paso. Se necesita gente verdaderamente honrada, decidida y valiente para enfrentar este gran mal.

De igual manera, el grave peligro del terrorismo, que es una realidad universal, obliga a las naciones más amenazadas a reforzar cada día más sus medidas de seguridad. Esto crea un ambiente de guerra en los lugares públicos, en los aeropuertos y en las calles, cosa esta que a la larga se convertirá en algo cotidiano. El ciudadano común se tendrá que acostumbrar a esta situación, si ha de desarrollar una labor más o menos normal.

Todo este ambiente de peligro constante, justifica el armamentismo y los cuerpos de defensa y seguridad personales, nacionales e internacionales. Cuando nos montamos en un avión queremos el máximo de seguridad, y esto implica hoy, no sólo que la nave esté en buen estado y con una buena tripulación, sino sobre todo, que esté bien reforzada por medidas de seguridad militar que garanticen la protección de los pasajeros, en caso de algún ataque delincuencial o terrorista. Así que, esta situación general de peligro inminente contra los ciudadanos comunes, hace necesario el uso de las armas y el adiestramiento de mucho más personal capacitado para enfrentar a los enemigos del orden y de la paz.

3.- La Guerra Se Justifica Para Salvar la Soberanía de una Nación.

Lo que leemos en la historia acerca de cómo han sido forjadas las naciones, nos hace conscientes de toda la sangre que se ha derramado para que podamos vivir en un una nación con un mínimo de soberanía. Cada país tiene un día especial del año en el que celebra su independencia nacional, y esto siempre rememora la lucha de hombres y mujeres que ofrendaron sus vidas para que hoy podamos gozar de un suelo patrio.

Podría catalogarse de renegado a cualquiera que deshonre la memoria de esos héroes, que de buena fe empuñaron una espada o un fusil para darnos la libertad, y legarnos así un nombre dentro del universo de naciones.

De ninguna manera se ha de sentir cómodo el cristiano que tiene que asumir el deber de atacar a su enemigo en una guerra y cumplir así su deber militar en el campo de batalla. Este tema de la guerra para el cristiano supone un gran conflicto con su conciencia, pero al mismo tiempo le plantea la obligación que tiene como soldado.

Hablando de grandes hombres de la Biblia que se vieron envueltos en graves situaciones de guerra, tenemos que mencionar al rey David, un hombre que fue elegido por Dios para dirigir la nación de Israel, me atrevo a decir que David nació para la guerra, porque así como se nace para ser artista, también se nace para ser soldado, y esto no debe ser, bajo ningún concepto, algo denigrante, sino más bien loable. A nadie se le ocurriría menospreciar las figuras de Simón Bolívar o George Washington.

Todo el que se siente dominicano respeta con mucho celo el nombre de los tres padres de la patria: Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez, los artífices de la República Dominicana. Aunque fueron grandes pacifistas, se vieron ante la ineludible obligación de empuñar la espada para legarnos el nombre de una nación que conserva en sus símbolos patrios el glorioso lema: ¨Dios, patria y libertad¨ y que redime en el centro de su escudo una Biblia abierta en los evangelios.

Se puede ser una persona ligada al mundo militar como Cornelio que era un centurión romano, y al mismo tiempo ser una persona piadosa. Cornelio llegó a ser un gran cristiano, tal y como nos lo narra la Biblia en el capítulo 10 de Los Hechos. ¿Tendría que dejar de ser soldado para seguir a Cristo? De ninguna manera, sino que se debe seguir siendo un soldado, pero ahora teniendo como primer comandante a Jesucristo.

Leandro González.

Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 4 de Julio de 2010.

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