lunes, 20 de septiembre de 2010

EL CRISTIANISMO BAJO AMENAZA

2 Timoteo 4:1-5


¨Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio¨.

Existen varias tendencias que se mueven dentro del cristianismo y que por su naturaleza y contenido constituyen una amenaza para el mismo, tal y como lo conocemos al través de la Biblia y de la historia. No Se pueden catalogar como sectas pues inciden dentro del cristianismo histórico y ortodoxo, cosa esta que los vuelve más peligrosos.

Estas corrientes están íntimamente relacionadas con una exagerada supuesta manifestación del Espíritu Santo, a tal grado, que muchos se atreven a decir que esta manifestación presente de la Tercera Persona de la Trinidad es superior a la que se registra en el Nuevo Testamento. De esta manera los proponentes de estos ¨avivamientos¨ pretenden endosar sus aspiraciones con supuestas nuevas revelaciones, impregnando de esta forma sus planteamientos y prácticas de un aura de autoridad que no pueden ni deben ser cuestionados por nadie. Ellos consideran que están por encima de toda crítica.

Vamos a identificar por lo menos tres de estos movimientos que han aparecido en la historia, tan reciente como en los últimos cien años. No los vamos a mencionar por nombre necesariamente, sino que dejamos a su consideración la capacidad de poder identificarlos solamente por sus características. Esto lo hacemos para no herir demasiado la susceptibilidad de algunos que pudieran sentirse aludidos.

Algo que queremos destacar con respecto a estos movimientos es lo populares que suelen ser entre mucha gente que busca nuevas y expectantes experiencias espiritualistas. Por la naturaleza misma de estas formas de culto, que pone su mayor énfasis en la experiencia antes que en la escritura bíblica, es por lo que muchos los prefieren, pues les venden soluciones fáciles y rápidas a grandes conflictos existenciales.

El ser humano promedio va tras algo que pueda sentir, antes que algo que pueda analizar o discernir. Esta es la tendencia natural del hombre en su condición de pecado, tal y como nos lo dice la Biblia: ¨Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente¨ (I Corintios 2: 14). El hombre natural es crédulo para todo lo que no es una manifestación genuina de Dios, pero el hombre espiritual analiza las cosas antes de considerarlas como buena y válida: ¨En cambio el espiritual juzga todas las cosas¨ (I Corintios 2:15).

Debemos ser cuidadosos como lo fueron los hermanos de Berea que consideraron el analizar las enseñanzas de Pablo y Silas a la luz de las Escrituras antes de aceptarlas: ¨Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así¨ (Hechos 17: 10,11). En ese mismo espíritu, veamos estas tres tendencias espirituales que se mueven dentro del cristianismo y que están matizadas de peligrosas amenazas de apostasía.

1.- El Bautismo en el Espíritu Santo Como Una Segunda Bendición.

Los que creen en esto, que no es nada nuevo (aunque en comparación con el cristianismo histórico es algo reciente), y que ha recorrido un largo trecho de poco más de cien años, enseñan que la evidencia que demuestra que una persona tiene el Espíritu Santo es que hable en lenguas. Para los que creen esto, existen cristianos de segunda categoría, aquellos que no han sido privilegiados con el bautismo del Espíritu Santo. O sea, que para ellos, una persona puede ser salva sin haber sido bautizada por el Espíritu Santo, pues se considera al bautismo del Espíritu Santo como una segunda bendición, o sea, como algo muy posterior y aparte de haberse convertido.

Sin embargo, lo que encontramos en la Biblia es algo muy diferente, pues la Biblia nos enseña que tan pronto una persona cree, es bautizada con el Espíritu Santo: ¨En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria¨ (Efesios 1:13,14).

El Espíritu Santo es la garantía de que somos hijos de Dios y es por medio del Espíritu Santo que hemos sido convencidos de nuestros pecados. Sin el Espíritu Santo nada se puede producir en nosotros, y nada podemos llegar a ser delante de Dios. Veamos los siguientes pasajes bíblicos que nos aclaran lo que decimos: ¨Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado¨ (Juan 16:7-11); ¨Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios¨ (Romanos 8:15,16); ¨Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo¨ (I Corintios 12:3).

No todos los cristianos han hablado o hablarán en lenguas, y el hablar en lenguas no es lo que evidencia que una persona tiene el Espíritu Santo. Los creyentes en el aposento alto, el día de Pentecostés, hablaron todos en lenguas porque había el propósito de que el evangelio se diera a conocer a las personas presentes en Jerusalén, que venían de diferentes nacionalidades: ¨Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua¨ (Hechos 2:4-6). El apóstol Pablo dice muy claramente que no todos los creyentes hablarán en lenguas, por lo tanto el hablar en lenguas no es lo que evidencia que una persona tiene el Espíritu Santo: ¨Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? ¨ (I Corintios 12: 28-30).

Lo que sí creo que demuestra que una persona tiene el Espíritu Santo es que manifieste en su vida el fruto del Espíritu: ¨Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley¨ (Gálatas 5:22,23). Si no vivimos conforme a esto, entonces sí debemos estar preocupados con nuestra condición espiritual.

Esta corriente dentro del cristianismo ha arrastrado a muchos creyentes que estaban tranquilos en sus congregaciones, pero que andaban buscando una ¨experiencia más poderosa¨. Aunque este movimiento ha pescado dentro de las demás iglesias ya existentes, logrando atraer a muchos, ellos en sí han logrado crear una institución de gran empuje en todo el mundo; y las demás iglesias han aprendido a convivir con ellos de manera comprensible. Pero en los últimos cincuenta años la agresividad de estos grupos ha sido sustituida por otra corriente de la que hablaremos más adelante.

2.- La Renovación en el Espíritu Santo.

Esta tendencia enfila sus cañones, no tanto a crear una nueva y diferente denominación, sino a permear todas las ya existentes para impregnarlas según ellos de ¨un fervor nunca antes visto¨. En el día de hoy, tanto las iglesias católicas como las iglesias evangélicas y protestantes, de alguna forma han sido influenciadas con este movimiento.

Este movimiento pone su énfasis en una manifestación libre de los dones del Espíritu Santo, pero poniendo especial atención en la espectacularidad de los mismos más que en su venerable propósito de ser un medio para la edificación del cuerpo de Cristo, o sea la iglesia, como lo enseña la Biblia. Frente a esta avalancha de ¨poder¨ sin freno y sin principio alguno, veamos lo que nos dice la Biblia acerca de la ministración de los dones, muy diferente a lo que vemos en esta corriente de ¨renovación¨: ¨Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor¨ (Efesios 4:11-16).

Como podemos ver, existe un orden para hacer las cosas en la iglesia local y todo es para beneficio del cuerpo de Cristo, no para hacer alarde de un poder sobrenatural o para impresionar al mundo o rivalizar con los poderes de las tinieblas, a ver quien tiene más poder. Aun cuando los cristianos vivimos una lucha constante por la rivalidad existente entre la carne y el espíritu, pero esta es una batalla interior e individual que cada creyente libra en su cotidianidad, y nunca debe ser esto motivo de espectáculo ante el mundo impío, dando la impresión de que estamos en competencia con el diablo para demostrarle quién es más poderoso. Recordemos lo dicho por el Señor a los que demandaban señal de su poder: ¨La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás¨ (Mateo 16:4).

Y el apóstol Pablo les escribe lo siguiente a los hermanos corintios (por cierto una iglesia que se había dejado influenciar por un falso carismatismo): ¨Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres¨ (I Corintios 1:22-25).

Volvemos aquí a enfatizar que la atención debe ser puesta en la conducta del cristiano, en su comportamiento, antes que en su supuesto ¨fervor¨ que se puede ver en una exhibición de cosas fuera de lo común, pero que pueden bien ser engañosas, tal y como el apóstol Pablo nos advierte cuando se refiere al anticristo: ¨Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia¨ (2 Tesalonicenses 2:8-12).

Aunque hoy parece ser muy popular entre la gente el hacerse cristiano, pero con mucha lástima vemos como muchos de los asiduos visitantes o simpatizantes del evangelio, no pasan de ser eso, simples fans que ven en el evangelio un escape, una forma de botar el golpe y de sentirse bien, pero nada de compromiso ético con la Palabra de Dios y con el andar cristiano, como ha sido la norma desde el principio en el cristianismo bíblico.

3.- El Espíritu Santo Visto Como Una Experiencia Más Que Una Convicción.

Esta es la tendencia actual, la que está de moda. Es más importante una experiencia, tanto que la misma está por encima de toda convicción bíblica. Lo más importante es lo que estás sintiendo y lo que te produce resultados. Esto equivale a decir que lo más importante es que te sientas bien, no importando como lo logres. Para lograr esto no importa que se tenga que sacrificar o poner de lado cualquier principio bíblico que por siglos ha sido el fundamento del cristianismo. Esto tiene que ver con una súper fe, una fe a prueba de balas, una oración fuerte, y una firme creencia en el poder que tienen tus propias palabras, un positivismo que no tiene nada que ver con la fe bíblica. Uno puede ver a ciertos hermanos expresando y declarando cosas, decretando con tal autoridad que asustaría hasta al mismo Dios.

Estos maestros de la fe han puesto de moda unos famosos apóstoles y profetas que han creado grandes emporios económicos a costa de los muchos creyentes demasiado crédulos. Ellos han inventado famosas fórmulas de cómo hacerse ricos de la noche a la mañana quemando la hipoteca de tus deudas, sembrando una semilla de fe, que por lo general se refiere al envío de una petición electrónica acompañada de una ofrenda que engrosa la cuenta bancaria de ellos; o sea, que la deuda que se salda es la de ellos. De esta forma utilizan la Biblia a su manera para manipular a favor de su provecho personal.

Los cultos de estos mercaderes de la fe están impregnados de una espectacularidad nunca antes vista. Las manifestaciones de poder que allí se exhibe desde el principio hasta el final superan la singularidad de lo acontecido en el día de Pentecostés narrado en el libro de Los Hechos en la Biblia, o por lo menos es lo que ellos logran hacer creer. Para esto se valen de todas las tretas que les sean posibles, y se justifican diciendo que todo es por el bien de los que han de ser salvos. Un evangelismo engañosamente poderoso. Esta manifestación de sensacionalismo va, desde la música y la opulencia de los presentadores y de las presentaciones, hasta el gran derroche de tecnología que se despliega para lograr impresionar al gran público que definitivamente queda estupefacto.

Pero todo no pasa de ser un gran montaje. Luego vienen los desengaños, un despertar a la realidad que es muy diferente de lo que se vive durante todo el éxtasis que se experimenta en el escenario. El verdadero cristianismo es muy diferente del que se pinta desde la tarima. El verdadero cristianismo no tiene nada que ver con acciones mágicas que se asocian a soplos, sacudiones, temblores, reposos espirituales (el famoso ¨tumbaito¨), embriaguez espiritual, risa santa, gritos y/o rugidos, y cosas semejantes a estas. El verdadero cristiano sabe diferenciar muy bien la Palabra de Dios de los cuentos de viejas y de las fábulas inventadas por los hombres (I Timoteo 4:7).

Leandro González



Mensaje predicado en la Primera Iglesia Batista de Mao, República dominicana, el 19 de Septiembre de 2010.

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