domingo, 5 de febrero de 2012

EL PORQUE DE LOS TERREMOTOS

Mateo 24:7
¨Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares¨.

Ante la ocurrencia de terremotos en todos los lugares de la tierra, y en particular, de los registrados en nuestro país en las últimas semanas de este principio de año, la gente tiene muchas inquietudes y se hace muchas preguntas.

El planeta ha sufrido muchos cataclismos en toda su historia que han producido grandes transformaciones en su forma y estructura. La geología, que es la ciencia que estudia la composición y estructura de la tierra, se ha encargado de proporcionarnos el conocimiento posible y necesario para comprender los diferentes fenómenos que se han sucedido a lo largo del tiempo en esta materia.

Muchas de estas explicaciones están basadas en hechos comprobables, pero otras sólo cuentan con el aval de las probabilidades. Pero lo cierto es que el hombre se ha preocupado en indagar y conocer los diferentes acontecimientos geólicos que nos han afectado y ha tratado de dar respuestas a las múltiples preguntas que las evidencias provocan.

Sin embargo a la mayoría de la gente lo que más les preocupa es lo que tiene que ver con su seguridad frente a los diferentes desastres naturales que están ocurriendo en el mundo. La gente se asusta ante lo que no puede controlar, como son los terremotos. Este miedo es normal por causa de nuestro instinto de auto preservación. Pero el miedo se agiganta en los seres vivos pensantes, cosa esta que nos diferencia de los animales, puesto que nuestra preocupación es consciente y nos impulsa a buscar más que un escape momentáneo, como hacen los animales, una solución definitiva y cómo librarnos de posibles riesgos.

Hay muchos fenómenos de la naturaleza que podemos predecir y de los que podemos protegernos de cierta manera, pero cuando se trata de terremotos todavía el hombre no tiene la capacidad de predecirlos, y son muy pocos los aprestos que se pueden hacer para evitarlos o para protegerse de los mismos.

Ante esta realidad, nos encontramos en un estado de impotencia que provoca nerviosismo colectivo, y muchas veces genera daños innecesarios.

Estamos ante una realidad inminente de ocurrencias periódicas de terremotos en todos los lugares de la tierra, y tal parece que sin excepción. Vamos a exponer en esta ocasión dos explicaciones pertinentes al porqué de los terremotos. 

1.- Una Explicación Científica.

La ciencia verdadera no rivaliza con Dios, no rivaliza con la Biblia. La Biblia llama falsa ciencia a aquella que argumenta contra la Palabra de Dios: ¨Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén¨ (I Timoteo 6:20,21). Los cimientos de la ciencia actual no han sido establecidos por científicos ateos, sino por hombres y mujeres creyentes llenos de sabiduría, a los cuales Dios les ha permitido hacer los más notables descubrimientos en beneficio de la humanidad.

Por ese motivo podemos confiar en los datos de la verdadera ciencia, la que está desprovista de prejuicios contra la religión, la que nos ofrece los datos confiables acerca del porqué de los terremotos y de otros fenómenos con los que tenemos que enfrentarnos en este mundo.

La ciencia define un terremoto o temblor de tierra como ¨una sacudida del terreno, que ocurre por choque de placas tectónicas y reorganización de energía de materiales de la corteza terrestre, al superar el estado de equilibrio mecánico¨.

La ocurrencia de los terremotos es tan antigua como la humanidad misma. Hay evidencia de terremotos de hasta 3000 años de antigüedad. La famosa escultura del Coloso de Rodas, fue destruida por un terremoto en el 226 antes de Cristo. De la misma manera el Faro de Alejandría, fue destruido por un terremoto más o menos en el año 800 de nuestra era. Estas eran dos construcciones  del mundo antiguo hechas por el hombre, que fueron consideradas como dos de las ocho maravillas del mundo, y ambas fueron destruidas por terremotos.

Grandes terremotos han arrasado con ciudades enteras, las cuales han quedado sepultadas bajo los escombros. Recordemos el terremoto de Haití que en el 2010 destruyó casi completamente su capital.

En la República Dominicana existe una decena de fallas geológicas que amenazan nuestro suelo. Se dice que fue en la falla de Enriquillo que se originó el sismo que devastó Puerto Príncipe y otras ciudades de Haití.

El conocimiento de estos datos obliga al gobierno a prestar atención al tipo de edificaciones que se están construyendo en nuestro país, y a que las mismas cumplan con las reglamentaciones adecuadas para ser sometidas a las sacudidas que nos esperan.

La ciencia nos ayuda a darnos cuenta de qué manera podemos hacer frente a este fenómeno con el menor riesgo posible. Pero los científicos saben que la ocurrencia de terremotos en todos los lugares es algo inminente. Y los científicos saben del gran peligro que acecha al planeta.

Ante esta realidad, los seres humanos no estamos solos, tenemos una escapatoria segura. Jesucristo está preparando un lugar donde habremos de vivir confiadamente, sin las amenazas de los terremotos: ¨No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis¨ (Juan 14:1-3).

Estas palabras de Jesús corroboran las del salmista en el salmo 46:1-3, que dicen:

¨Dios es nuestro amparo y fortaleza,/Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones./ Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,/ Y se traspasen los montes al corazón del mar;/ Aunque bramen y se turben sus aguas,/ Y tiemblen los montes a causa de su braveza¨.

Podemos estar confiados aún en medio de cualquier cataclismo, porque nuestra esperanza no está en este mundo, ni en las explicaciones o intervenciones de los hombres, sino en Dios.

 2.- Una Explicación Bíblica.

Los creyentes sabemos, que aunque cada fenómeno tiene su explicación científica, Dios es quien dirige este mundo. Es bueno que sepamos que lo que ocurre aquí en la tierra tiene su origen en el comportamiento de los seres creados por Dios. El desequilibrio existente en el mundo es el producto de nuestra mala conducta, porque así nos lo dice la Biblia, aunque muchos sociólogos materialistas nos den otra explicación.

Cuando Dios colocó al hombre en el planeta, le estableció principios bajo los cuales vivir, y le advirtió de los peligros a los que se exponía si desobedecía esas leyes: ¨Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
 
Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás¨ (Génesis 2:15-17). Desde entonces, las consecuencias de sus malas decisiones persiguen al hombre, y los terremotos son una de esas consecuencias, por el desorden ecológico producido por una mala administración de nuestros suelos, una mala administración que es producto de no hacer caso a lo que Dios nos dice.

Pero la sociología, como una ciencia humanista, trata de dar explicaciones más bien filosóficas de las cosas, y por lo general lo hace desde el punto de vista del hombre. Aunque necesariamente no descarta la fuente bíblica, pero no la considera como verdad absoluta. El sociólogo serio considerará la Biblia como una fuente de información que le permita conocer aspectos de la vida antigua en los hechos que se narran allí, sin aceptar necesariamente como verdad, especialmente los aspectos que no tiene explicación humana. Pero la sociología materialista descarta de plano la Biblia y se abraza de un modo fanático a toda conceptualización que descarte a Dios. Rechaza todo lo que dé razones espirituales para la ocurrencia de los acontecimientos en el mundo. 

Pero ocurre que la vinculación de nuestra vida física con nuestra vida espiritual es vital según el contexto bíblico, y debería serlo también en el contexto de cualquier estudio serio de este mundo, pues como la Biblia nos dice: ¨lo que se ve fue hecho de lo que no se veía¨ (Hebreos 11:3). Todos los fenómenos de la vida natural están entrelazados de una u otra manera con el mundo espiritual, del que no nos podemos abstraer.

Las desgracias humanas tienen su origen en el descuido y desprecio de las leyes espirituales. Los seres humanos somos una entidad tripartita, es decir, estamos compuestos de alma, cuerpo y espíritu: ¨ Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo¨ (I Tesalonicenses 5:23).

Esta alma nuestra es nuestra mente, que es el raciocinio que nos inscribe dentro de los seres responsables de la creación, a los que Dios un día les pedirá cuentas. Dios no le pedirá cuentas a un vegetal, ni siquiera a un animal. No le pedirá cuentas a una piedra, pero sí nos pedirá cuentas a nosotros, a los que él colocó en el planeta como mayordomos del mundo hecho por él.

Así que, somos nosotros los únicos responsables por lo que pasa en este planeta que Dios nos dio. Entonces somos nosotros los responsables de los terremotos.

Aparte de las consecuencias desastrosas del pecado en la humanidad, es por causa de una mala administración de los recursos naturales de este mundo que estamos sufriendo las consecuencias que vemos hoy. Dios nos revela en su palabra que por causa del hombre, por causa de su pecado, el hermoso y perfecto planeta en el que vivimos, está sometido bajo maldición, y que está condenado al exterminio total: ¨Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida¨ (Génesis 3:17).

El cumplimiento de las profecías acerca de los terremotos predichos por nuestro Señor Jesús, aparte de ser una gran señal que nos asegura que su venida está cerca, son una evidencia del estado de calamidad al que hemos llevado este mundo por nuestra desobediencia y malas acciones. Bien se ha dicho que nosotros podemos elegir pecar, pero no podemos elegir las consecuencias.

Atendamos la voz de Dios, y preparémonos para lo que nos espera. El que no se ha arrepentido aún, lo mejor que puede hacer es arrepentirse ahora mismo.
                  
Leandro González

Sermón predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 29 de enero de 2012

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