domingo, 29 de agosto de 2010

LA TRASCENDENCIA DE LOS GENEROS

Génesis 1: 27


¨Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó¨.

Este le podrá parecer un título un poco complicado, pero lo que estamos tratando de hacer al plantear de esta manera las particularidades de un hombre y de una mujer, es dejar bien claro que ser hombre y ser mujer tiene un mayor significado del que la mayoría de la gente piensa.

El porqué Dios habrá creado al hombre con géneros distintos, varón y hembra, de seguro ha de tener un fin superior al sólo hecho de la procreación. Pensar que la afirmación bíblica en Génesis 1:27 que dice ¨Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó¨, tiene sólo el propósito de la multiplicación de la humanidad, es pensar de forma muy simplista acerca de los planes de Dios. Y esta forma de razonar, de ninguna manera minimiza la dignidad que de por sí tiene la tarea reproductiva de los seres humanos, y su relevancia para los objetivos de Dios para con el mundo que él ha creado. Creo que Dios está diciéndonos algo muy valioso al través de nuestra sexualidad, respecto de lo que nosotros mismos somos para él y de lo que nosotros mismos debemos saber que somos.

Si comparamos a un hombre con una mujer, veremos que entre un hombre y una mujer existen grandes similitudes, pero también descubriremos unas diferencias que son altamente significativas y que tienen, además de utilidades biológicas, un gran sentido de complementación que no se puede obviar de ninguna manera.

Después que Dios crea a Adán, surge la necesidad de proporcionarle a este una compañera que le fuera perfecta y que lo complementara, tanto en lo fisiológico como en lo emocional y sentimental: ¨Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él¨ (Génesis 2:18). Esta expresión de Dios plantea una solución a los grandes problemas que han existido siempre tanto en el hombre como en la mujer, estamos hablando de la fornicación y el adulterio. Muchos de estos problemas en la vida de muchas parejas, cristianas o no cristianas, pueden ser evitados si hacemos caso al consejo de Dios de no descuidar la vida íntima en la relación de pareja, sino más bien de cultivarla para mermar de esa manera el poder de las tentaciones que están presentes siempre: ¨El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia¨ (I Corintios 7:3-5).

El sentido de esta fusión hombre-mujer llega hasta la más alta expresión, cuando el Señor Jesús nos dice: ¨Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre¨ (Mateo 19:6). Esta unión entre los géneros varón y hembra tiene una importancia capital para Dios, el cual llega a decir: ¨¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud¨ (Malaquías 2:15). El significado de esta expresión en Malaquías nos debe llevar a reflexionar cuán valiosa es para Dios esta dualidad en la humanidad, cuán importante es para Dios la unidad de la pareja y cuán importante es para Dios la lealtad en esta relación.

Cualquiera cosa que no se haga conforme a estos parámetros, y que ignore la trascendencia de los géneros, no cumple los santos ideales de Dios, sino que se alza contra su voluntad. Y todos sabemos que el destino de todos los que adversan a Dios es el fracaso.

Veamos tres aspectos esenciales que se deben considerar en la trascendencia de los géneros.

1.- Las Diferencias Entre los Géneros.

Los artistas tenemos que estudiar la anatomía humana, y sabemos que las diferencias entre el cuerpo de una mujer y el cuerpo de un hombre son definitivamente notorias. Lo que define mayormente el cuerpo de una mujer es la gracia, las curvas, la delicadeza. Lo que define mejor el cuerpo de un hombre es la fuerza, la firmeza y los trazos menos graciosos y más rectos.

El tamaño promedio de un hombre es mayor al tamaño promedio de la mujer, y estos son principios dentro del dibujo y la pintura que han sido estudiados a fondo, a tal punto, que se han creado cánones que nos vienen desde tiempos tan remotos como los de los escultores clásicos de la Grecia antigua. El conocimiento de estas diferencias es vital a la hora de dibujar o pintar una figura humana. Por eso decimos que no cabe duda de que la mujer es el sexo bello; y en este sentido podemos poner como ejemplo el caso de un hombre que no sea muy afortunado con su apariencia física, pero tiene una hija que se le parece, y que le supera enormemente en admirable belleza, de seguro alguno de ustedes conoce un caso como este.

Es bueno saber que el sentido que tiene el hecho de las diferencias físicas entre un hombre y una mujer, es mucho más que la simple contemplación, pues la expresión de los cuerpos proyecta un mensaje, tanto en el cuadro como en la realidad misma. Lo que estamos queriendo decir es que las diferencias físicas entre un hombre y una mujer tienen una importancia subliminal, que va más allá de lo que simplemente vemos. Dios estableció estas diferencias, ya que la confluencia de estos dos cuerpos (el del hombre y el de la mujer), constituye una unidad que es lo que le da sentido a estas diferencias. Esto significa que el hombre y la mujer son parte el uno del otro y que son correspondientes a una misma unidad; el uno no es sin el otro, y viceversa.

Existe una tendencia natural del hombre a ser atraído por la mujer y viceversa, y a esto se le denomina atracción sexual. De modo que, tanto el hombre como la mujer, sentirán tarde o temprano esos impulsos que llegarán a ser difíciles de resistir, razón por la cual la Biblia aconseja: ¨pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando¨ (I Corintios 7:9). Como puede ver, la regla en la relación de pareja no es la continencia, sino la actividad sexual, por lo tanto, si no se posee ese don (el de la continencia), como dice el refrán: ¨cada oveja que busque su pareja¨.

No podemos hablar de diferencias intelectuales o profesionales entre el hombre y la mujer, pues se ha demostrado que lo mismo que aprende un hombre lo aprende una mujer, y difícilmente podremos encontrar alguna tarea que una mujer no pueda realizar al igual que el hombre (aunque sí pueden aparecer sus dificultades). Los roles profesionales existentes en el mundo, bien pueden ser desempeñados por un hombre o por una mujer de igual forma. Las mujeres hasta van a la guerra, y esto no es algo nuevo. En los últimos tiempos la mujer ha ido ocupando cada vez más espacio en los puestos de liderazgo en la sociedad, incluyendo el campo empresarial y el ámbito político.

Sin embargo, es evidente, haciendo un estudio cuidadoso en la Biblia, que existen ciertas limitaciones establecidas por Dios en algunos llamados y responsabilidades dentro de la iglesia. No se ha podido justificar de manera eficiente el papel de la mujer como pastora, ya que no es posible encontrar indicios de esa práctica en el Nuevo Testamento. No es competencia nuestra cuestionar las razones porqué Dios ha establecido esos límites, como por ejemplo, ¿porqué el Señor Jesús no incluyó alguna mujer entre los doce?

Con relación a la diferencia entre los géneros, un asunto muy debatido es el siguiente: ¿Es la mujer el sexo débil? Estoy de acuerdo que la mujer es el sexo bello, pero no estoy muy de acuerdo que sea el sexo débil. Ahora, si es en el sentido de que el hombre tiene el deber de cuidar a su esposa y de protegerla, en eso sí estoy de acuerdo, pero no porque se le considere el sexo débil. En la historia tenemos casos de mujeres que han hecho cosas que muchos hombres ni soñarían lograr. Pero es necesario reflexionar que en el contexto de la caída del hombre, ambos sexos son encontrados débiles e incapaces de poder llenar las expectativas del Señor.

Por causa del criterio de supremacía del hombre sobre la mujer y de los resabios de algunos movimientos feministas es que nos encontramos con episodios cada vez más odiosos de violencia contra la mujer. El hombre necesita nacer de nuevo, ser una nueva criatura, para poder de esa manera colocarse en posición de poder satisfacer las demandas de su Creador. Y esto sólo es posible mediante el arrepentimiento y la conversión, que se produce cuando uno cree en Jesucristo y lo recibe en su vida de manera consciente.

2.- Las Particularidades de los Géneros.

Existen particularidades físicas en un hombre y en una mujer. La mujer es la que pare, no el hombre. Ella está dotada para soportar los dolores de parto que un hombre no soportaría. El papel del hombre es engendrar, aportar los espermatozoides que son necesarios para la fecundación del óvulo femenino. El cuerpo de la mujer está diseñado para los propósitos de su maternidad. Ella puede tener a su bebé por nueve meses en su vientre, pues su organismo está dotado de todas las partes necesarias para que se produzca el milagro de la vida. Y la delicadeza y riqueza de sus hermosos pechos, le sirven de sustento a la nueva criatura que trae a este mundo.

Dios ha hecho una obra de arte al crear a la mujer para el hombre, y el hombre también es una obra de arte magnífica; sólo basta ver las esculturas y las pinturas de Miguel Angel Buonarroti, tras la búsqueda de la perfección anatómica, para que nos demos cuenta de la maravilla que es el cuerpo humano. Hasta en la diferencia que existe en los órganos reproductores del hombre y de la mujer, podemos ver la sabiduría del Supremo Artista que es Dios.

Aunque hemos dicho que la mujer bien podría desempeñar cualquier oficio que el hombre realice, es muy evidente que el cuerpo del hombre está diseñado para la fuerza, mientras que el de la mujer está diseñado para las cosas más delicadas. La forma como se mueve una mujer al caminar es muy diferente a la forma como se mueve un hombre, y eso no es por aparentar, sino que es un asunto innato. Por eso es tan ridículo cuando vemos a un hombre afeminado o a una mujer que quiere exhibir características masculinas. Ambos parecen una caricatura de la realidad, pues cuando no se es una cosa, se exagera, pensando que con ello se podrá compensar la diferencia. No hay nada más hermoso que una mujer cuya apariencia es precisamente femenina, y no hay nada más desagradable y escandaloso, que un hombre que pretende parecer una mujer.

Los sicólogos nos dicen que existen ciertas características que diferencian el comportamiento de los géneros. El cerebro de una mujer y el cerebro de un hombre son diferentes, y funcionan de forma distinta, y por lo tanto responden a estímulos o motivaciones dispares. La mujer es más romántica, y el hombre es más directo. Ella se centra más en los detalles, mientras que él es más práctico. El hombre tiene la capacidad, por ejemplo, de localizar un lugar en el mapa más rápido que la mujer, y estas son cosas que son inherentes a su personalidad en sentido general. Toda esta diferencia es lo que puede enriquecer la relación de pareja, si se sabe manejar adecuadamente.

Si queremos saber cuáles son las cualidades que deben adornar a la mujer según la Biblia, nos tenemos que transportar de manera automática al pasaje de Proverbios 31:10-31. Allí encontramos una lista detallada de virtudes que deben caracterizar a una mujer para ser verdaderamente hermosa, de acuerdo al corazón de Dios. Sobre todo, la mujer sabia reconoce el poco valor de la vanidad en su vida y centra sus objetivos en el temor de Dios: ¨La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba¨ (Proverbios 14:1).

3.- Las Tendencias Entre los Géneros.

Existen dos tendencias extremas que definen la lucha antagónica entre el hombre y la mujer al través del tiempo. Por un lado se encuentra el machismo, que tiene sus raíces en el patriarcado mal definido, y por el otro camino va el feminismo que se origina por la lucha de la mujer en la consecución de su emancipación, muchas veces mal orientada, cosa esta que ha llevado a la mujer por caminos torcidos.

En el Antiguo Testamento, el patriarcado es el sistema imperante, donde el hombre como cabeza de familia, ostenta el liderazgo, y en un sentido negativo, la mujer es relegada a un segundo plano, pero en un sentido positivo, la mujer es vista como la gloria del marido y la reina del hogar.

El sentido excesivo del patriarcado se manifiesta en el machismo, que no es otra cosa que la abusiva imposición del hombre sobre la mujer. Este sentido de autoridad dictatorial es el producto de una cadena de acontecimientos en la vida de los individuos, que se va desarrollando desde la niñez, donde las propias mujeres de la familia, entiéndase la madre, las hermanas, las tías, las parientes y las amigas, van inculcando en la mente del niño y de la niña, el sentido equivocado de la superioridad del varón sobre la hembra.

El hombre machista piensa que la mujer fue hecha para lavar, planchar, cocinar, cuidar y criar los hijos; para ser ama de casa, y según ellos, esto le es biológicamente dado a la mujer.

Es cierto que el papel de la mujer como esposa, como madre y como ama de casa no podrá ser superado jamás por ninguna otra tarea que ella realice, pero esta capacidad no invalida de ninguna manera su competencia para el trabajo, tal cual el hombre lo hace. Podríamos decir que en este sentido muchas mujeres superan a los hombres con mucha ventaja.

Un hogar compuesto por un hombre machista y una mujer feminista (en el sentido negativo del término) será una guerra declarada, y jamás podrá ser armónico, pues ambos verán el matrimonio como una lucha donde hay que arrebatar el liderazgo. Será una relación donde el hombre se empeñará por demostrar su poder y la mujer se sentirá usada como si fuera un objeto. O puede darse el caso en el que sea el feminismo de la mujer lo que se imponga al machismo del hombre. Todo esto es un drama tormentoso que genera violencia y muerte en el seno de la familia y de la sociedad, y que cada día es titular de los noticiarios.

A pesar de todo este fenómeno tan lastimoso, la mujer ha ido consiguiendo su espacio. Todavía en nuestro país falta mucho camino por recorrer en ese sentido. Pero sabemos que cuando el hombre y la mujer se acercan a Dios y buscan la redención, toda esta situación puede cambiar drásticamente. El Señor Jesucristo ha derribado toda barrera de separación, y con su muerte en la cruz nos ha trazado el camino de la reconciliación con Dios y con el prójimo de manera efectiva: ¨Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu¨ (Efesios 2:13-22).

Para terminar, quisiera dar estos consejos bíblicos, de modo que entendamos que aunque los géneros son importantes, lo importante no son los géneros, sino lo que somos en Cristo y lo que nos aguarda más allá de esta vida:

o ¨Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón¨ (I Corintios 11:11).

o ¨Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa¨ (Gálatas 3:28,29).

Leandro González



Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 29 de Agosto de 2010.

No hay comentarios: